Atacama 2016

              Viaje a Atacama 2016









El recorrido completo





                                                                 
                                                            
                                                                   



              Una vez más después de meses de preparativos, ya teníamos todo listo para la salida. Este año la ruta diagramada nos esperaba con el desafío de la falta de combustible. Solo una de las etapas (la de Calama hasta Uyuni) nos obligaba a llevar combustible extra. Pero los cambios de ruta hicieron que fueran tres, las etapas en las que debimos llevar combustible en bidones. Cuando uno deja la comodidad del asfalto, y adentrarse en la aridez del desierto, hay que prever la carga extra de combustible, como así también de agua o algún alimento "por las dudas".

                  Este año decidí salir de manera austera en lo que a equipaje  se refiere. Deje de lado los valijones por un bolso impermeable. Los valijones además de permitir cargar lo indispensable, permiten llevar un montón de cosas innecesarias. Unas zapatillas de mas, un pantalón de mas, herramientas sin utilidad aparente, y un montón de "por si acaso".
                   
 En base a experiencias anteriores, decidí minimizar todo. Solo cuatro mudas de ropa seria lo que llevaría además de la ropa de la moto, un pantalón y unas zapatillas. La ropa interior la lavaría todas las noches en la ducha y una soga elástica con 6 broches, sería mi tendedero durante todo el viaje. Y la idea no estuvo mal, resulto como esperaba, solo use tres mudas de ropa en los catorce días de viaje.

                     Con las herramientas paso lo mismo, solo lo indispensable para auxiliar a mi querida GS. Un maletín plástico en desuso que traía una agujereadora, sirvió para acomodar, herramientas, aceite de motor, aceite de cadena, cámara de repuesto y todo aquello que no quería que esté dando vueltas dentro del bolso. Pero a pesar de minimizar todo, no falto nada, pegamentos varios, set de tornillos varios, chavetas, prensa cables, hasta óvulos de repuesto.
                     Para el combustible compre un bidón auxiliar chato de unos 8 litros, que además de transportar el preciado fluido serviría también como base para apoyar el bolso. Para esto construí una base de fibra de vidrio, reforzada con un esqueleto metálico, que haría de anclaje de las fijaciones del bolso. Y como todo es prueba y error, queda a reformar para el próximo viaje el soporte del bidón de manera tal que pueda removerlo sin necesidad de desatar el bolso que va arriba.  A pesar que ganaría altura llevando el equipaje así, el comportamiento de la moto fue excelente, en ningún momento sentí inestabilidad, a pesar de haber transitado por suelos muy sueltos.
                    Con esta configuración la moto resulto muy ágil y liviana, ideal para el terreno que transitamos. El poco peso permitió que la suspensión tuviera un excelente recorrido y no sufriera como con los pesados valijones.


                    Con respecto al equipamiento, este año probé  en el tren trasero las nuevas Metzeler Karoo 3, recién ingresadas al país, y con un dibujo especial para el todoterreno. Con muchas dudas con respecto a su duración, pues su hermana menor (Karoo2) en el viaje anterior no duraron más de 5000km. Nos sorprendió que después de todo el viaje, con muchas rutas de asfalto y ripio, aún le queda dibujo como para unos 4000km más. En cuanto a la delantera, reutilice unas Continental TKC80 que había utilizado en el viaje a

Catamarca, con solo 5000km de uso, y con un dibujo más que aceptable. Al terminar el viaje el dibujo termino de manera inexplicable, con filas de tacos con más de medio centímetro alternados con tacos gastados al ras de la cubierta. Creo que encontré la combinación perfecta de cubiertas. 




             El equipo para capturar las imágenes que acompañan este relato fueron los mismos que utilice en el viaje del año pasado, mi cámara compacta Sony w350, con una excelente calidad de imagen, y conteniendo en un mínimo cuerpo, un excelente gran angular para que nada quede fuera del cuadro y un teleobjetivo x20, que permite la captura de detalles lejanos con increíble nitidez, asistido por un estabilizador de imagen que se asemeja a utilizar un steadicam, aun filmando, como lo comprobé este año filmando las fumarolas del volcán Ollague a una increíble distancia.





Para el video, volví a usar mi querida Sony AZ1actioncam, una excelente cámara todoterreno, la más pequeña, pero con todas las aplicaciones de las grandes y caras cámaras.  Su estabilizador de imágenes permite grabaciones como filmadas con un drone. Y su control remoto con imagen, algo pendiente aún en otras marcas, te da la confianza de saber que estas grabando y tener la seguridad  de estar haciéndolo.










Fabricando el soporte del bidon y de la caja de herramientas


ya desmoldado




las hermosas Karoo3




Reinstalando el dispositivo lubrica cadena

Reinstalando el dispositivo lubrica cadena

Reinstalando el dispositivo lubrica cadena

el pico dosificador



Las Continental TKC80 delanteras

Ya todo listo para partir 


el coppit























                                             Día 1



                                   

               La partida

                     Este año, a diferencia de los anteriores, la partida no fue, el martes siguiente a Semana Santa, sino una semana después. Esa semana de mas, se hizo eterna, más aun teniendo todo listo pasa salir.
               Con Alberto y Raúl decidimos salir dos días antes, para aprovechar a visitar a nuestros seres queridos que viven en lo que sería nuestra primera escala, la ciudad de Merlo, San Luis.



               Domingo Seis de la mañana fue la hora de encuentro. Carga de combustible y a la ruta. La primera parada fue a solo 2 kilómetros, Raúl trajo equivocado el teléfono del hijo en lugar del propio, tuvo que ir a su casa a realizar el cambio.      
                Parada de carga de combustible y café en Castelli, Lobos y Carmen de Areco. La niebla y el frio nos acompañó hasta aquí. Contradiciendo al pronóstico de lluvias con el que salimos.
               
  En Venado Tuerto mientras almorzábamos, se presentó Fabián, quien se sumara en el viaje del año pasado a Ushuaia, y nos daba la triste noticia que este año, pese a tener una nueva máquina ideal para estos terrenos, por cuestiones laborales, se tenía que bajar del viaje.
                  Cuando estábamos por continuar veo que el colín anti spray de la GS de Alberto estaba ladeado y se notaba gastado. Efectivamente, uno de los tres tornillos que lleva se le salió, y la vibración que genera el viento hacia que rozara contra la rueda produciendo el desgaste de dicho colín. Dentro de mi caja mágica urge y encontré el tornillo que hacía falta para solucionar el problema. Con un poco de Trabasil no se volvió a salir.


                     Continuamos hasta Rio Cuarto, donde a medida que nos acercábamos el tiempo se ponía cada vez más gris, más que gris negro. Las banquinas se veían mojadas, señal que perseguíamos la tormenta. A metros de dejar la ruta 8 y tomar la ruta 05 me detuve, como un ritual, todos los años, a comprar maní en el puesto que está en la vieja caseta del guardabarreras.
                    En el camino a Las Achiras en varias oportunidades nos cruzamos con leves lloviznas que no hacían necesario desembolsar el traje de agua.
                      Llegando a Achiras, el camino es sinuoso y con lomadas, y detrás de una de estas lomadas a alguien se le ocurrió hacer una rotonda. Mal señalizada me la encuentro ni bien subo a la lomada. Gracias a la electrónica de la moto que evito el derrape de la rueda trasera, pude hacer la curva y contra curva para no subirme a la rotonda, y pasarle a centímetros del cordón y del derrape.





                     
                     Una vez que cruzamos la serranía, ya en La Punilla, San Luis, el sol volvió a asomar en el poniente, e iluminaba de frente la serranía,  formando con la humedad que quedaba de la reciente llovizna, un hermoso arco iris digno de una postal.


                   Con esa vista a nuestra diestra llegamos unos kilómetros más, a la bonita ciudad de Merlo. Nos tomamos un par de fotografías en la rotonda de entrada para conmemorar el arribo en buenas condiciones después de casi 1200 km recorridos en el día.

                 Los hermanos se fueron a ver a su hermano y yo a mis viejos que estaban felices que haya llegado sano y salvo.































Día 1 del segundo grupo
                   Segundo día de descanso nuestro





                     Los siguientes dos lluviosos días, los que habíamos partido primero, los dedicaríamos a recorrer la ciudad y a descansar del primer gran tramo. Las motos guardadas por los continuos chubascos.
             Vía telefónica, el día martes íbamos siguiendo al resto del grupo que ese día iniciaban el viaje. El pronóstico daba lluvia para todo el viaje, por lo que la partida fue con los incomodos trajes de agua.
              Francis se dirigía de Quilmes a Lujan para encontrarse con Silvio y de allí a Carmen de Areco para recibir al grupo que venía de Santa teresita.

         En tanto el grupo costero comenzaba la marcha como una verdadera odisea. A unos 25km de dejar San Clemente, Carlos nota que la rueda trasera estaba desinflada, la inflan y quitan unas válvulas con sensor de presión, pensando que este era el motivo de la fuga de aire. Al llegar a Dolores las gomas desinfladas eran dos. Cuando se disponían a querer cambiar las cámaras, Carlos decide bajarse del viaje, argumentando que esto era una mala señal. Después de insistir sin resultado, para que siga, deciden continuar el viaje.



              Fabio venia concentrado con el indicador de temperatura de su Transalp, ya el año pasado hizo el último tramo del viaje con la temperatura más alta de lo normal.
             Durante todo el año hizo las mil y una pruebas para tratar de encontrar el causal de la falla y no logro dar con ella. Pues nunca más volvió a pasar....hasta ahora. La temperatura oscilaba de a ratos entre los 105 y los 108 grados, cuando normalmente debía estar en los 98 grados.
              Enterado de esto, desde Merlo me puse a buscar en internet cual podía ser el motivo del aumento de la temperatura. En varios de los foros culpaban al termostato. Aquí era imposible conseguirlo, así que me puse a buscar algún reemplazo, pues muchas veces los repuestos de nuestras maquinas son similares a los de los coches. Un ejemplo de ello es la bomba de nafta de mi GS que es la misma del Renault Megane.
               El termostato, según los foros, era el mismo que lleva el Suzuki Swift, así que me fui a recorrer las casas de repuesto para conseguirlo y reemplazarlo ni bien arriben a Merlo.


               Ni bien llegaron, después de hacer los últimos 500km bajo lluvia, nos pusimos a desarmar la moto para reemplazar la pieza. El termostato no era el mismo, el reemplazo era para el Transalp 650 y no para el 700. Decidimos perforarlo para que circule el agua sin retirarlo porque como es de doble circuito, no sabíamos si al quitarlo empeoraríamos el problema.
             Por la noche nos desquitamos con chivito puntano y cafe en el casino de Merlo.





















                                    DIA 2




  

                                          Video de la etapa


                 Después de dos días de lluvia, amaneció con un sol espléndido, ideal para viajar. En la puerta del hotel nos encontramos, el destino la ciudad de Jáchal en San Juan. La primera parada fue en el pueblo de Quines. Antes de llegar al pueblo tuvimos que tomar un camino alternativo para poder esquivar el puente derrumbado que el Rio Quines se llevó.




 



 
Por un puente de pontones pudimos llegar a la estación de servicio. En la rotonda a metros de dicha estación, parte del grupo siguió de largo por la ruta 20 que conduce a San Francisco del Monte de Oro en lugar de tomar la RP79 hacia la provincia de La Rioja. Al llegar al límite provincial, un control policial, con toda la pachorra que el lugar ameritaba, nos tuvo sobre la ruta, por unos veinte minutos, mientras controlaba la documentación de los vehículos que estaban delante nuestro. Cuando nos tocó el turno, solo nos preguntó el destino y dijo que continuáramos, hizo que nos acordáramos de su querida madre. La demora por otro lado, sirvió para que los que se pasaron de largo se volvieran a reagrupar. De allí continuamos por una ruta bordeada por serranías bajas hasta llegar a Chepes, de allí por una aburrida ruta hasta Valle Fértil.
Unas decenas antes de llegar a esta ciudad, la ruta bordea un rio seco, que en alguna crecida se llevó parte del asfalto, o sea de la raya central de la ruta hacia un lado, se la llevo el rio y la otra mitad quedo de recuerdo. Según gente del lugar, fallo el cálculo del ingeniero y a los dos o tres años de inaugurado el asfalto, el rio se lo llevo.






              




Al recargar en Valle Fértil, Raúl nota aceite chorreando del cardan de la Supertenere, se le aflojo el tapón de nivel, así que con un poco de teflón, ajusto y completo el aceite perdido y fin del problema.
              A partir de acá la ruta hasta llegar a Baldecitos, atraviesa innumerables lechos de arroyos secos, y en cada uno de ellos, vados, dándole a la ruta una traza llena de ondulaciones que hacían divertida la conducción, porque las motos desaparecían y volvían a aparecer detrás de cada ondanada.








           


  En Baldecitos, dejamos la ruta RP510 para tomar la recién inaugurada RN150. Esta nueva ruta atraviesa el Valle de la Luna, siguiendo los intrincados meandros del Rio de las Peñas, dándole unas vistas hermosas de los coloridos cañones formados por la erosión del rio con el pasar del tiempo. Curvas y contra curvas son el deleite de cualquier motociclista, y más si están tan bien señalizadas como en esta ruta. Otro detalle que hace inolvidable esta ruta son la cantidad de túneles que atraviesan la roca. No quiero equivocarme, pero creo haber contado siete túneles. Uno más lindo que otro. Algunos de ellos forman una curva en su interior, causando un poco de confusión al entrar y no ver la luz en el otro extremo.














                 Cuando la ruta abandona el cañón del rio, comienza un amplio valle al que atraviesa hasta llegar a la polvorienta ciudad de Jáchal. Acá todo es marrón, y lo que no es marrón, el viento que arrastra la tierra de los campos resecos se encarga de darle ese particular color.
                    Nos alojamos en un hotel que en un viaje anterior habíamos estado y era muy cómodo, el C&C. Tiene amplias habitaciones, el dueño es muy amable con los motociclistas y lo principal....tiene parrillas y un quincho abierto, el cual Silvio aprovecho para hacernos saborear un delicioso asado. La noche estaba ideal, casi 27 grados, cenamos en cuero. El vino, las charlas, las anécdotas y alguna que otra mentira, sirvieron para que la sobremesa se extendiera a altas horas.



                  Mientras el asado se hacía muchos aprovecharon a hacer algún que otro mantenimiento a las maquinas. Algún tornillo que se perdió, revisión de aceite y algún que otro ajuste de cadena. Fabio que venía preocupado con la temperatura, al ver que seguía sin solucionar el problema, decidió quitar el termostato. Durante la etapa la temperatura seguía alta, pero cuando uno está arriba de la moto y los tramos son largos, tiempo es lo que sobra para ir experimentando. Noto que si viajaba con las rodillas abiertas bajaba la temperatura, su las pegaba a la moto, comenzaba a subir. Así que al mejor estilo chopper formaba una turbulencia que lograba bajar unos grados la temperatura de la moto.
               Manuel salió a recorrer el pueblo en busca de un par de pastillas de freno trasero de su GS, no se dio cuenta al salir que casi estaba sin pastillas. Como era de esperar no había, ni siquiera un reemplazo, así que continuaría hasta la próxima escala para conseguirlas, frenando con precaución.

                           La mucama del hotel, nos amargo la noche cuando nos confirmaba que el paso de Aguas Negras, se encontraba cerrado nuevamente. Ya es la tercera vez que intentamos cruzarlo sin poder lograrlo, o por tsunami, o por terremotos, o por nieve como en esta oportunidad, nos quedaríamos con las ganas de cruzarlo. Así que parte de la charla previa al asado seria que haríamos al otro día y que plan B teníamos en caso que al otro día Gendarmería nos confirme la mala noticia.



























                                 Día 3




                                             Video de la etapa....click aca

              Los rayos de sol me desvelaron, miro el reloj y eran las 8,30 me pareció raro que Fabio no haya pasado golpeando la puerta para despertarnos. Habíamos quedado a las 9hs estar listos para salir. Empecé a armar el bolso, prepare el desayuno y desperté a los demás compañeros de cuarto. Salí a atar el bolso en la moto, y no vi a nadie haciendo lo mismo, me pareció raro. Cuando prendemos la televisión para ver las noticias, nos damos cuenta que habíamos despertado una hora antes de lo previsto.
                 Lindero al hotel esta un destacamento de gendarmería, esperamos hasta las 10 de la mañana que habrían la atención al público. Ellos tienen comunicación vía radio con el puesto que está en el límite fronterizo. Efectivamente el paso estaba cerrado del lado chileno por fuertes nevadas. Ya era la tercera vez que intentábamos cruzar la cordillera por este paso sin tener suerte.



                 

  Ofuscados, juramos nunca más intentar el cruce por acá. Así que empezamos con la planificación del plan B. Las alternativas eran.....el paso Pircas Negras en la cercana ciudad de Villa Unión, distante unos 145km, pero no teníamos info a cerca del estado de dicho paso. La otra alternativa era el Paso San Francisco, en la ciudad de Fiambala, que al estar más al norte y ser asfaltado.

                     Decidimos salir hasta Villa Unión para cargar combustible y obtener información acerca del estado del paso, sino seguiríamos rumbo a Fiambala.

                     El camino saliendo de Jáchal va siguiendo el cañón que forma el rio Huaco. En muchos tramos es de una sola mano, hay que ir con precaución. Pero los paisajes son hermosos, las paredes de las montañas son todos estratos de diferentes colores, muchos acantilados, vados y hasta un túnel, que parece cavado a mano. Llegamos hasta un mirador desde el que se ve a lo lejos el pueblo de Huaco, con su valle verde y la ruta que hasta allá conduce, con el rio bordeándola.
                  En Huaco tomamos la ruta 40 hasta Villa Unión. Este tramo es aburrido, porque atraviesa un largo valle y es una larga recta ondulada por los vados de los ríos secos que la atraviesan.

                   En la rotonda de Villa Unión, entramos al pueblo, y olvidamos dejar a alguien para que indicara que debíamos entrar. Manuel y Raúl que venían rezagados, siguieron de largo. Al ver que no llegaban, Alberto salió en su búsqueda hacia Chilecito. Recién los alcanzo a pocos kilómetros de llegar a esta ciudad. Recién allí pudimos hablar por teléfono y notificarle que en la estación donde repostamos, no comunicaron que el paso estaba abierto. Ante semejante desconcierto, los tres que estaban en Chilecito deciden seguir hasta el Paso San Francisco, y el resto por Pircas Negras.




                    Cargamos los bidones auxiliares porque hasta la frontera teníamos unos 250km y desde esta hasta Copiapó otros 250km. Llene el bidón inflable con 14 litros, además de completar el tanque de la moto. A 75km teníamos el pueblo de Vinchina, ultimo surtidor antes de iniciar el cruce de la cordillera, así que allí volvimos a completar, y siendo las 14hs iniciamos la trepada. A nuestra diestra nos acompañaba desde hacía muchos kilómetros atrás, el nevado de Famatina. El tan discutido cerro, botín de las grandes mineras que se lo disputan, sabiendo las riquezas que esconde, por ahora protegido por los vecinos de la ciudad de Famatina, principales víctimas de la contaminación en caso que las mineras comiencen a operar, pues los ríos que alimentan de agua potable a dicha ciudad nacen de las entrañas de este cerro.








       Como siempre pasa, lo bueno dura poco. Después de este corto tramo de asfalto, llegamos a la Quebrada del Peñón, que forma parte de la cordillera, y volvimos a meternos en un cajón que forma el rio Del Peñón, y acompañarlo hasta casi llegar a la Laguna Brava. Un hermoso espejo blanco en medio de un valle rodeado de cerros de color terracota de unas texturas redondeadas producto de las grandes diferencias de las altas temperaturas del día respecto a las bajo cero de la noche, que trituran la piedra.
             Bordeamos la laguna a lo largo por su orilla Este, hasta llegar al final de la misma, donde otra vez y en medio de la cordillera volvíamos a tener asfalto, el cual nos acompañó, con un estado bastante deteriorado hasta casi llegar al puesto fronterizo.


      


Dejamos las motos junto a la barrera aduanera e ingresamos a las oficinas para rápidamente hacer los trámites que nos permitan cruzar a Chile. Para desgracia nuestra dos camionetas chilenas cargadas de bártulos estaban discutiendo para que les dejen pasar los muebles usados que llevaban, pero el novato agente de la AFIP se puso la camiseta de la institución y se emperro en no dejarlos pasar, obligándolos a volver 250km para dejar la carga. Este ida y vuelta nos demoró casi media hora. Llenamos el papeleo muy pronto a pesar de la parsimonia del personal. Por suerte las aduanas están unificadas, así que solamente tendríamos que detenernos una sola vez.





            



                     Mientras me encontraba completando el formulario, Fabio me dice... “tenes algún comestible en la moto”, no, le digo…..y me vuelve a preguntar “y el maní que compraste en Córdoba?”…..huuu no me acorde, así que en forma sigilosa me fui hasta la moto, metí el brazo dentro del equipaje hasta que di con la bolsa y la escondí al costado del galpón que nos resguardaba.
        Para nuestra sorpresa, mientras el personal de aduana nos controlaba el equipaje nos sorprendemos a ver al resto del grupo que se había pasado de largo hacia Chilecito. Tomaron la decisión de volver y tomar la misma ruta que nosotros. Así que otra vez estaba todo el grupo unido.
               Cuando estábamos prontos para partir, el personal de gendarmería nos dice que aún faltan 250km de camino en mal estado, y el sol ya se estaba poniendo. Y nos ofrecieron una cuadra con calefacción y literas para pasar la noche. Casi la mitad del grupo decide quedarse,  el resto continuamos. La ruta era de asfalto, todo roto, eran solo parches de asfalto y para peor lo cubrieron de ripio. Así que ese pedregullo sobre el asfalto, hacía que manejar sea una odisea, es como andar sobre bolitas. Hicimos casi 25km hasta llegar al hito fronterizo, donde posamos para inmortalizar el momento y aprovechamos para decidir si continuar  así o agachar la cabeza y buscar la seguridad del refugio. Pronto nos quedaríamos sin luz solar y las temperaturas en la noche son bajo cero. Y además eran muchos kilómetros sin nada en el medio para sortear alguna contingencia.
            La gastada fue inevitable al vernos llegar, pero por otro lado también se quedaron tranquilos al vernos de nuevo y no tener que estar con la incertidumbre de cómo nos habría ido, de haber continuado.
            El campamento está compuesto por 4 cuadras, una para las oficinas y atención al público. Otra para el personal de gendarmería y aduanas y las otras dos son de Vialidad. Estas dos últimas, solo una está ocupada, de las diez habitaciones 2  las ocupa el personal , las otras supuestamente están libres y gratis, por alguna eventualidad….pero  no todo es gratis y dos empleados viales nos dicen con voz ronca y con la ventaja de jugar de locales…”son 200 por cada uno”….así que agachamos la cabeza y juntamos el botín. Era eso o dormir afuera, que por cierto ya estaba helando siendo recién las 20hs.


 


          Por suerte en cada habitación además de las cuatro cuchetas teníamos un calefactor por cuarto. Las puertas se cerraban si o si bajo pena de recibir una linda puteada de los dueños del lugar. En uno de los cuartos que hacía de depósito, nos reaprovisionamos de unas sucias frazadas y duplicamos los colchones que parecían colchonetas más que colchones. Que decir de las almohadas. Cubre almohadas…no existían, y la grasitud de vaya a saber cuántas cabezas se apoyaron ahí, le daban a eso que llamamos almohada, un brillo renegrido. Así que apoye otra frazada haciendo de sabana y dormiría vestido.
                  Para la cena sacamos toda la comida enlatada que poseíamos e hicimos una picada de atún y maní, si, lo fui a buscar donde lo había escondido y lo usamos para picada. Mientras tanto Francis con el personal de gendarmería se prepararon un…no sé cómo llamarlo…porque no llegaba a ser un risotto. Era arroz con lo que quedo de unas latas de caballa y un par de cebollas cortadas en julianas. Era algo, para mí que odio la cebolla, intragable. Pero, considerando que estábamos en medio de la cordillera sin otra cosa a doscientos kilómetros a la redonda, eso fue un manjar. Además acompañado del más duro pan que puedo recordar, estaba a un paso de convertirse en rebozador de milanesas,  pero que se saboreó como el más delicioso de la región.
                    Esa noche, el jefe del campamento, se dedicó a contarnos historias de la zona. De las mineras y como se llevan los minerales al exterior sin control alguno. De los pasos fronterizos, el trabajo de vialidad para su mantenimiento. Y lo que más nos fascino fue el relato del accidente de un avión que tuvo que aterrizar de emergencia en la salina que forma la laguna Brava. Era un avión de la aerolínea Argentina Carreras, que había partido de Perú con una carga de 8 caballos de carrera. Después de hacer escala en Copiapó, y mientras atravesaba la cordillera uno de los motores se plantó y por el peso que traía no podía continuar viaje hasta otro aeropuerto, así que lo más cercano fue la salina. Sin bajar el tren de aterrizaje el avión se deslizo hasta detenerse. Nadie murió, solo lesionados. Dos caballos murieron y los otros fueron liberados. Al día de hoy todavía se ve parte del fuselaje.



           Lo más cómico fue que además de tener  TV satelital y una play4 para mitigar esa soledad, teníamos la mejor wi-fi de todo el viaje. Contaban con una fibra óptica para el sistema aduanero y para el uso del personal. Las fotos y los videos subían como nunca lo vi a la web. Así que aprovechamos para hablar vía wi-fi con nuestras familias para notificarles cómo iba la travesía.
             Afuera, la noche, era tan oscura y el silencio tan profundo que se veían todas las constelaciones. La contaminación lumínica de las ciudades, acá no existe, así que las estrellas brillan con mucha intensidad. Si no fuera por el frio, la noche estaba para quedarse admirando ese espectáculo de la naturaleza.
            Mientras cenábamos la gente de gendarmería nos recordó que estábamos a 4400msnm, que comiéramos liviano y consumiéramos mucha agua para no sufrir el mal de altura, el llamado apunamiento.
Yo empecé a experimentar un leve dolor de nuca y frente. José la paso mal, la cabeza parecía estallarle, vómito y estuvo descompuesto. La mayoría al finalizar la cena estábamos con dolor de cabeza.

Y si uno piensa que al dormir ya se pasa todo….no, todo lo contrario. El cuerpo, como un acto de autodefensa, ante la falta de oxígeno, nos quita el sueño, para que el cuerpo no se duerma y siga respirando. Es horrible, la noche se hace interminable, el amanecer nunca llega.















                                   Día 4





                                            Video de la etapa




Muy temprano por la mañana, armamos los bolsos y cargamos en las motos. El sol todavía no asomaba sobre los cerros, y el viento que recorría las sombras, soplaba helado. Los gendarmes nos esperaban en el casino de oficiales con unos  tan esperados mate cocidos, con unas tostadas hechas con lo que sobro del duro pan de la noche anterior. Algunos seguíamos con dolor de cabeza y otros con descomposturas.
               En agradecimiento por la buena onda puesta por el personal para atendernos, y cocinarnos con sus víveres, hicimos una vaquita entre todos, y le dejamos unos $500. Al primer ofrecimiento se negó, pero al volver a insistir no dudo y lo tomo. 


              








El termómetro acusaba 2 grados y siendo las 9hs volvimos a tomar la ruta. A la mayoría de las motos les costó arrancar. Tuvimos que darle una acelerada al encenderlas porque por si solas, solo giraban y no arrancaban. Una vez que arrancaban la electrónica corregía la falta de oxígeno y se normalizaba la combustión.


                





 Unos kilómetros después del hito fronterizo, la ruta comienza un
fuerte  descenso por la pared de la montaen forma de zigzag hasta llegar a un valle donde se encontraba el puesto fronterizo chileno abandonado.






Las instalaciones están en buenas condiciones, hechas con containers. En varios de ellos vimos viejos colchones que algún viajero usara como refugio cuando te agarra la fría noche. 



                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                           A partir de acá la ruta se mete en un cajón bordeado de cerros multicolores, donde predomina el fuerte color negro que hace notar que fue una zona de intensa actividad volcánica. El suelo es de ripio, de una consistencia dura, que queda como asfalto y muy liso.  Lo hacen de una mezcla de tierra con sal, y lo laman "vichufita".  Así hicimos casi 250 km, cien de ellos por el cauce seco del rio Turbio y el resto, los más cercanos a  Copiapó, lo hicimos acompañados por un pequeño hilo de agua que irriga los pequeños sembradíos a la vera de este, y va creciendo su caudal cuanto más nos acercamos  al mar.
              







  Cuando  nos acercábamos a unos 50km de Copiapó,  a ambos lados de la ruta se llenó de viñedos. Y algo que me llamo la atención fue, ver los viñedos sobre la ladera de la montaña, si, sobre la pendiente, con un sistema de riego que llamaba la atención. Este tipo de sembradío no lo he visto en argentina. Al llegar al cruce con la ruta 35 , una rara construcción en forma de varios domos gigantes dentro del cuales procesaban mineral para la extracción de cobre proveniente de las minas cercanas. Una de las cuales era la tristemente famosa Mina San José, la de los 33 mineros rescatados de las entrañas de la tierra. Las montañas de mineral color verdoso, que eran la materia prima del establecimiento, eran impresionantes de altas.
                 




   Eran las 14 hs, tardamos casi cinco horas para completar esos 250 polvorientos kilómetros. Por suerte el buen estado del camino, no presento ningún riesgo y las vistas eran maravillosas.
             Por la ruta 35 llegamos a Tierra Amarilla, distante a solo 5 km de nuestro destino, Copiapó. Encontramos una gasolinera de la estatal Copec. Al cargar combustible nos llevamos una sorpresa con el precio. Hace cuatro años atrás, el valor del combustible era de $800 chilenos el litro. Hoy el precio era de $730!!! siii cuatro años después el precio era más barato. Ante nuestro asombro, el playero nos decía, que el precio del crudo había bajado, como no iba a bajar el valor del combustible. Me daba vergüenza decirle que del otro lado de la cordillera el valor se duplico en lo que va del año.
              


A pocas cuadras de la estación de servicio, nos recomendaron un salon comedor. Estacionamos las motos en la vereda de enfrente y nos prepararon una larga mesa para que almorcemos todos juntos.


Cuando vino la moza, preguntamos por el menú, a los que nos respondió...."ayos poio o ensalada poio"...no había mucho para elegir, arroz o ensalada con pollo.













 Creo que no alcanzamos a ir a lavarnos nuestras polvorientas manos y caras, que ya nos habían traído el almuerzo, fue inmediato .
                






 Llegamos al centro de Copiapó, una muy linda y gran ciudad. La plaza principal es muy vistosa. Con un edificio municipal muy bonito y una curiosa iglesia de madera, con su campanario y su nave completamente de madera. Una gran y variada arboleda nos resguardaba del fuerte sol.
                 Unos aprovecharon el descanso para buscar alguna casa de cambio, para hacerse de unos pesos chilenos. Y otros fuimos a buscar alojamiento. Con Silvio, nos encargamos de buscar hoteles de los que nos gustan a nosotros.  Un poco descolgados caminando por las céntricas calles de la ciudad, con la indumentaria motociclistica cubierta de tierra, como si fuéramos vaqueros del lejano oeste. Deambulamos un par de cuadras alrededor de la plaza céntrica.  Los hoteles eran de construcciones bajas, antiguos pero bien mantenidos. Los precios rondaban los $300 argentinos. Un residencial cuyas habitaciones estaban a ambos lados de un largo pasillo todo pintado de un intenso color amarillo, y un cómodo estacionamiento en la vereda de enfrente nos terminó de convencer. Pero igual seguimos recorriendo hasta encontrar un hotel con un
par de estrellas más, para los motociclistas vip.
Lo encontramos....pero...al vernos entrar con esta facha, veíamos como ponían una falsa cara de bienvenida, mientras con las puntas de los dedos y sin mover los brazos para que no se note el movimiento detrás del mostrador, escondían ese grueso libro donde registran a sus huéspedes, y con otra sonrisa forzada nos decía.."tenemos todo ocupado".
               Nos volvimos a reunir en la plaza para notificar el hallazgo de alojamiento. El precio convenció, pero faltaba la revisión ocular para confirmar la reserva. Por suerte, cumplía con las expectativas del resto del grupo. Así que, dejamos las motos y descargamos los bolsos en el hotel. Sencillo pero cómodo, las habitaciones de a tres personas, y el baño al mejor estilo anglosajón, sin el tan preciado bidet. El orden de las duchas se sorteó, teniendo en cuenta que hacía dos días que no nos bañábamos, pues en el puesto fronterizo, con el frio que hacía, nadie se le animo a las duchas. Entre las plantas del pasillo improvise mi tendedero y tendí la ropa recién lavada en la ducha para reutilizar al otro día. Se parecía a la vecindad del chavo.


               Esa tarde unos salieron de shopping y otros fuimos por una fresca cerveza aprovechando la soleada tarde. Para sorpresa nuestra por la noche los negocios y restaurantes cierran muy temprano. Una pequeña y concurrida hamburguesería, sacio nuestro apetito. Y para no irnos a dormir tan temprano, fuimos a la única cafetería abierta, que se quedó a tenernos la vela. 
                Camino al hotel en la esquina de la plaza tuvimos el show mas divertido del viaje. Dos travestis chilenos peleándose por el territorio. Se disputaban una de las esquinas de la plaza, No se que era mas gracioso….si la facha de esos personajes, que me hacían recordar a la historieta de “la clínica del doctor Cureta” o el griterío con la tonada chilena, propinándose todo tipo de insultos, algunos de ellos inentendibles. Cruzaban de una vereda a la otra, dependiendo que cual de las/los dos revoleaba mas fuerte la cartera. Parecia una guerra de boleadoras,valga la redundancia.








 Al llegar a la "vecindad", en la cocina/comedor nos quedamos un rato más subiendo fotos para que nuestros seres queridos se deleiten con los paisajes del día. Era como si fuera la cocina de nuestra casa, la heladera, la cafetera, la cocina, nos servíamos como si fuera nuestro, no como en un hotel que te sirven en ciertos horarios, acá todo lo hacías vos.        




                                          DIA 5



                                                 Video de la etapa....clic aca 


        
  A la hora prevista ya estabamos como todos los dias acomodando la ropa dentro del bolso y nosotros la ropa de la moto llena de tierra una vez mas. En el comedor teniamos la heladera con sachets de leche, una manteca, un pote de dulce de leche, y que dulce de leche, nunca pense que los chilenos lo hacian mejor que el nuestro. La pava electrica servia para que nos hicieramos, te, cafe o lo que nos quisieramos preparar. Era como desayunar en casa. 








            Cruzo al estacionamiento, cargo y ato el bolso. Mientras Francis revisaba la perdida de combustible que lo tenia a maltraer, Silvio nota que detras del grifo del KLR tambien tiene un goteo de nafta, pero  curiosamente solo gotea cuando la moto esta en ralenti, en marcha no lo hace, asi que decide seguir viaje y en la proxima parada revisarla.





          Cuando bajo la moto del caballete, pues el dia anterior la subi para lubricar la cadena, me doy cuenta que la rueda trasera esta en llanta. Que bronca, estuve un monton de tiempo mirando los problemas de las demas motos sin notar que la mia estaba pinchada. A arremangarse y poner manos a la obra. Saco la rueda y con la pata lateral de la GS de Alberto fuimos destalonando la cubierta. Saco la camara y descubro las pinchaduras, eran tres una al lado de la otra. Empiezo a buscar en la cubierta, que fue lo que la pincho, y no la encuentro, asi que le arrimo la camara y poniendo el pico donde corresponde, y sabiendo en que parte de la camara esta la pinchadura ubico la zona donde deberia estar el culpable. Era una pequeña esquirla de metal, o un pequeño trozo de clavo que no asomaba ni para adentro ni para afuera, estaba oculto en medio de uno de los tacos, y cuando la goma flexionaba ahi asomaba y pinchaba. Asi que coloque la camara de repuesto y esa que ya tenia un par de parches la deje de recuerdo de nuestro paso por Copiapo. Casi media hora nos llevo solucionar el problema.
               Al salir del centro, en la periferia de la ciudad encontrabamos las grandes tiendas comerciales que no encontrabamos el dia anterior. Tomamos la ruta con destino a la costa. Todo es un ancho valle de arena y medanos gigantes, solo cortado por los sembradios que bordean el rio al que venimos acompañando.
               Aca en Chile las motos pagan peaje, no zafamos, y no es barato, aproximadamente unos $15, y habia varios de ellos.  Continuamos viaje hasta que a pocos kilometros de La Caldera se veia en el aire una bruma con olor a pescado, eso indicaba que estabamos prontos a hacer contacto con el Pacifico.
                La ruta a partir de este momento bordea el oceano Pacifico y recorre infinidad de 

pequeños caserios  costeros. Las casas son prefabricadas hechas con maderas recicladas de embalajes de productos transportados por barcos. Estan a pocos metros del mar y se las ve desocupadas o que se usan durante el verano. Y cada tanto se ven algunas de estas casitas en playas

solitarias que son de pescadores artesanales. A nuestra derecha en ciertos tramos, hay medanos de mas de mil metrs de altura que terminan abruptamente en las profundass aguas de mar, y la ruta transita la ladera de estos medanos y corta como una linea horizontal de negro pavimento.
              Una cosa que nos llamo la atencion es la cantidad de fabricas a orillas del mar. Grandes galpones con chimeneas humeantes a orillas del mar, como no dandole importancia al cuidado del mar y la naturaleza. Yo no he visto sobre nuestras costas fabrica alguna. Es muy raro ver sobre una playa una sucia fabrica en lugar de un balneario y sombrillas. Y tambien convengamos que a pesar de tener un gran litoral maritimo, son pocas las playas de arena, la gran mayoria son rocosas y muy turbulentas.



                Llama la atencion ver que en Chie no hay una montaña que no se este explotando o que no haya explorado. Constanteente vemos las montañas oradadas en busca de minerales. Uno no sabe que es mejor, si aplaudirlos por tener esa conciencia minera y explotar los recursos alli disponibles o criticarlos por no respetar el medio ambiente, es una gran disyuntia.


                A pocos kilometros de llegar a El Chañaral, hicimos un alto en el camino para tomar unas fotos de la costa. Un camino de arena llevaba hasta la costa. Con Alejandro decidimos llegar hasta la costa, que estaba a unos 600 metros. La arena estaba bastante floja asi que con dificultad llegue hasta la orilla donde habia dos carpas de lo que parecian pescadores. Al rato llega Alejandro y me cuenta que detras mio se le tumbo la moto en la arena cuando me seguia. Lo mismo le paso a Francisco, pero con la mala suerte que la reina africana se le tumbo pero sobre unas piedras y le rayo parte del carenado. El campamento que encontre no era de pescadores, sino de recolectores de algas y erizos de mar.                       Me contaban que extraen


 




estas curiosas algas desde las rocas que estan a metros de la orilla. Con una larga vara con una especie de cuchilla o espatula en su punta van despegando de la roca lo que parece una cabeza de la que se desprenden unos largos tentaculos tubulares de casi tres metros de largo, semejantes a pelos de rastas.



La extraccion es muy arriesgada, porque tienen que aprovechar la bajante que se produce cada media hora, para meterse al mar entre las rocas llenas de verdin. Segun nos decian, la tonelada de estas algas secas, las empresas les pagaban unos 600 dolares.
         Otros de los productos de mar que extraian eran los herizos de mar, el aspecto es como de un kiwi pero recubierto de palitos como los bichos canastos. Muy curioso y abundante.
           Volvimos a la ruta y en esta parte es atravezada en muchas partes por lenguas de lava seca provenientes de los cerros linderos. Que no son ni mas ni menos que antiguos volcanes extintos. Las rocas que nos bordean son de color negro y de curiosas formas producto del enfriamiento violento de la lava con el mar.
             La ciudad de Chañaral tiene un importante puerto pesquero poblado de pelicanos que estan a la espera de la llegada de los barcos llenos de pescado.
           Cuando paramos a cargar combustible, el playero nos contaba que el año anterior habian sufrido una avalancha de barro desde los cerros lindantes, producto de una torrencial e inusual lluvia mas alla de los cerros. Y esta fue creciendo a medida que avanzaba hacia la costa arrastrando todo lo que encontraba a su paso.
La estacion todavia tenia las marcas del barro que habia llegado hasta el techo, si todo el pueblo quedo tapado por el barro hasta la altura del primer piso.  Un año despues siguen sacando montañas de tierra seca y escombros.

           Chañaral fue el final del camino costero, de ahora en mas iriamos por una planicie rodeada de redondeados cerros de pedregullo molido. La ruta se hace monotona, y lo unico que te distrae es ver la cantidad de sepulcros a la vera de la ruta. Eran muy curiosos, algunos eran simples cruces indicando el fallecimiento de algun ser querido, en cambio otras eran verdaderos mausoleos insolitos. Llegue a ver  uno que era casi un local con la trompa de un auto dentro, otro era una montaña de peluches, otro tenian cascos de minero, banderas y lo que se  puedan ocurrir. Yo creo que cada un kilometro nos encontrabamos con uno de estos.






            

 En medio del desierto, en un parador, nos encontramos con un carreton transportando una gigantesca topadora. Paramos para fotografarnos al lado de semejante mole. Las ruedas tenian mas de dos metros de alto. Se encontraban detenidos a la espera que los dejen continuar pues los fines de semana no pueden circular. Las personas que la llebavan muy amablemente nos contaban datos de la maquina, a donde la llebavan, la vida en la mina y de como las grande compañias mineras se llevan el mineral sin tributar. En una parte de la charla le pedimos permiso para subir a sacarnos fotos y nos dijeron que si. Pareciamos nenes arriba de un juguete gigante, subiamos, bajabamos, tocabamos aca , alla, estabamos maravillados.
























 Fue una muy linda experiencia.
               La ruta seguia como una larga linea recta en medio del arenal, y no todo es arenal, hay tramos de desierto que es todo pedregullo tan parejo que parece trturado por una maquina. El sol ya se enontraba a nuestra izquierda y el GPS me decia que nos quedaban aun 2 hs de sol.






               

De repente como un espejismo en pleno desierto a unos 500mt de la ruta, una mano gigante asoma  como desenterrandose de la arena. La obra del artista chileno Irarrazabal, construida en el año 1992, esta a solo 75km de Antofagasta en medio de la nada, tiene unos doce metros de alto y a diferencia de la que se encuentra en punta del este,que son solo dedos, esta es una mano completa.





              


 Hicimos los ultimos kilometros de desierto hasta el pueblo llamado La Negra, donde se encuentra a un lado de la ruta una gran fabrica de cemento con varias chimeneas arrojando humo, vapor y vaya uno a saber que sustancias mas, y como una cargada, de la mano contraria, un gran cartel que decia, "cuidemos la naturaleza".








A partir de aca comienza una zona montañosa que se nos interponia entre nosotros y el mar. La ruta sigue el cauce de un rio seco que corta todo ese cordon, buscando la salida al mar. El paso es muy estrecho y tambien lo aprovecha el ferrocarril que si uno sigue la traza cruza la cordillera y cruza a Argentina por el paso de Socompa, hasta llegar a San Antonio de los Cobres.
                  La llegada a Antofagasta es cinematografica....venis transitando por una quebrada varios kilometros y de repente se abre como un ventanal delante nuestro el Pacifico a contraluz, con grandes barcos entrando al puerto....y una hermosa ciudad con una costanera muy prolija con palmeras y edificios imponentes de grandes cadenas hoteleras....es una ciudad muy cosmopolita....hay gente de todos lados, estan todas las cadenas de comidas rapidas.....y es muy grande. La ciudad se extiende sobre as laderas de los cerros.
                   La tarde llegaba a su fin, el sol se puso sobre el mar y despues de renegar un rato con el terrible transito, y dar muchas vueltas por las centricas calles, nos alojamos en un bonito hotel mas barato que la vecindad de ayer y a solo 1 cuadra de la peatonal. Despues de acomodar las motos en el estacionamiento lindero del hotel, nos registramos y raudamente dejamos el equipaje y como ya eran las 20hs y todos los negocios cierran a las 21hs, corrimos a las tres cadenas de tiendas que estaban sobre la peatonal, en busqueda de ropa, calzado o electronica, aprovechando los buenos precios de este lado de la cordillera.







          

Cenamos en un tenedor libre ....hoy dia permitido de la dieta. Los platos eran de los mas variados. Camino al hotel, distante a dos cuadras, notamos que en el lapso que estuvimos cenando, un submundo nocturno surgio en la ciudad. Era como si con la puesta del sol levantaban sus persianas, un sinnumero de....clubes nocturnos, cabarets, restaurantes con atencion personalizada por mujeres con muy poca ropa, algo que nos sorprendio ver en primera persona. Era como la zona roja de Holanda pero aca en Chile.






















































                                  DIA 6




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        Despues de una noche complicada para dormir, culpa de un boliche bailable que estaba justo enfrente del hotel, no nos dejo dormir por los ruidos que hacian los borrachines y las aceleradas de los coches que por alli pasaban. Desde la ventana del hotel se veia la mugre que habian dejado la noche anterior, botellas tiradas, papeles, vomitos y hasta un señor que paso la noche sosteniendo un palo de luz por miedo a que se caiga.
              Un abundante desayuno, nos cargo de energia para iniciar la etapa siguiente a travez del desierto de Atacama. Cargamos el equipaje y sacamos del intrincado garage del hotel, las motos hacia la calle. El ultimo en abandonar el hotel fue Francis, que se le complicaba ordenar la oveja sobre la reina africana.












           


 Comenzamos a dejar la ciudad transitando la ruta 26 hasta encontrar a la troncal ruta 5 hacia el norte, la que es acompañada por las vias del ferrocarril, que transporta el mineral de las minas de cobre de la zona. Una de ellas, la mas grande sobre la ruta, no llevo casi 5 kilometros pasar las montañas de desechos de la minera que bordean la ruta formando verdaderos cerros. En total cruzamos tres en este corto tramo de ruta. No hay cerro que no tenga las huellas del hombre sobre sus laderas, todo esta explorado en busca de minerales.
          Unos kilometros mas adelantes, dejamos la ruta 5 y tomamos la 385 que nos internaba en el desierto de pedregullos que es el de Atacama.







La ruta no era asfaltada, era de vichufita, tan compacta como el asfalto que acababamos de abandonar. Asi que pudimos transitar a la misma velocidad que traiamos, sin perder promedio. Por delante teniamos casi 500 km de desierto. La temperatura marcaba 30 grados, pero se lo toleraba bastante bien. Fabio, a pesar de las altas temperaturas, la venia llevando bastante bien a su querida Transalp. El transito era muy intenso, los camiones  eran una constante. A nuestro alrededor todo era arena, pedregullo y cerros bajos.




             

  De a poco la ruta va ganando altura hasta llegar a la arte superior de una cadena de cerros. Una vez alli se divisaba al otro lado de estos cerros, un amplio y plano valle de color terracota que no era otra cosa que salinas cubiertas por la tierra que vuela constantemente.





Comenzamos a bajar hacia el valle salitroso. Cuando hicimos contacto con el salar, nos parecio raro el paisaje, no era la blanca sal lisa como asfalto, similares a las que tenemos en Argentina. Estas presentan una superficie muy irregular, es como una especie de lemon pie gigante. Piedras amorfas con muchos filos formados por los cristales de la sal. Las rocas de sal eran livianas y al arrojarlas, hacian un ruido similar al tirar un vidrio contra otro.....era como un campo arado de color  marron...los cristales afloran rompiendo la superficie y los temporales de tierra los cubren.




          

  Atravezamos la salina de este a oeste acompañados siempre de unos gruesos caños de goma negro que transportan el litio que se esta explotando ahora mas que la propia sal. Lo llaman el combustible del futuro. Es una salmuera que se encuentra a 1 mt debajo de la superficie del salar.




               


  Son muy grandes las explotaciones en el salar, es raro ver en me
dio de la nada semejantes estructuras. Y desde los cerros lindantes llegan por esas tuberias el agua nesesaria para generar el litio. Al llegar al borde de la salina, cuando ya comienza la tierra firme, encontramos la recien asfaltada, ruta 355. A pocos kilometros se encuentra el pueblo de Peine. Erigido sobre la ladera de un cerro, todas sus calles son en subida, y muy abruptas.





Las edificaciones son bajas y lo unico que sobresale es el campanario de una antigua iglesia. Eran las 14hs, en el primer local de comidas de los pocos, para no decir el unico que hay en el pueblo, no nos quiso atender, porque tenian prioridad la gente que trabaja en el salar. Asi que seguimos buscando hasta encontrar, frente a la iglesia, un almacen, en el cual conseguimos lo indispensable para satisfacer el hambre que teniamos. Recorrimos el pueblo, hasta llegar a un complejo de piletas naturales alimentadas por un arroyo que bordea el pueblo.




            

 Luego de descanzar, tomamos nuevamente la ruta, ahora de asfalto, para hacer los ultimos cincuenta kilometros del dia. Antes de llegar a Atacama, a solo unos veinte kilometros, fuimos a visitar una reserva de biosfera, llamada laguna Chaxa. Es una laguna en medio del salar, donde habitan una comunidad de flamencos rosados, y unas lagartijas pequeñas, ambas especies se alimentan de unas algas rojas, que son la unica vegetacion en kilometros a la redonda. Para ingresar, primero hay que abonar unos $60 argentinos en el puesto del guardaparques, donde te dan una charla, mas que explicativa, amenazante, donde te indican que no debes tirar basura, no hacer ruido, no tcar el agua, etc etc.  Es impresionante la cantidad de turistas extranjeros, son muchas las excursiones que los traen hasta alli.





          

 Llegamos a Atacama, y los que ya habiamos estado alli, la encontramos muy cambiada. En solo 4 años la ciudad crecio muchisimo. El puesto fronterizo, que antes estaba en las afueras de la ciudad, en medio del descampado, ahora esta rodeada completamente por caserios. El cntro se conserva igual, todo antiguo, de adobe, con los artesanos en sus angostas calles ofreciendo artesaias o tocando melodias con instrumentos autoctonos.








              

   Aca se alquila todo...menos la escuela....pero hay que buscar....detras de paredones de adobe....se esconden lindos e imponentes hoteles, eso si, siempre conservando y armonizando con el entorno.
Cenamos en el centro, en la peatonal, una curiosa peatonal, todo aca es de adobe, si todo, no hay construcciones de 2 pisos, los negocios conservan las fachadas de un siglo atras, pero adentro hay negocios que no se pueden creer, panaderias, restaurantes, joyerias, casas de indumentaria, con todo lo se te ocurra. Por fuera parecen construcciones austeras, pero por dentro tienen el glamour de un local digno de un shopping. El menu era muy variado, unos cenamos ensalada cesar con camarones, pizza otros, y algunos...lomo a lo pobre. En chile cuando te dicen a lo pobre, es todo lo contrario, trae todo lo que hay en la cocina.







En las calles es raro encontrar gente que hable español, son todos turistas extranjeros, la ciudad no es mas grande que mar de ajo, como para comparar, y como para que se den una idea que la importancia turistica que tiene, les comento que hay 32 agencias de turismo.
La paz que hay aca es incoparable, el silencio es interrumpido por alguna quena lejana de algun pub, y el cielo.....el cielo aca es impresionante,  la claridad, las estrellas brillan como en ningun otro lugar, no hay humedad suspendida en el aire, no hay nubes, tampoco contaminacion luminica. Una experiencia unica. es por estas caracteristicas que a pocos kilometros se encuentra un centro astronomico llamado ALMA, donde aprovechando estas caracteristicas del cielo, por las noches, escanean el cielo en busca del origen del universo. Es un conjunto de 66 radiotelescopicos de entre 7 y 12 metros de diametro, ubicadas a unos 5000mt de altitud, muy cerca de la frontera con Argentina, camino al paso de Jama.













































                                                  DIA 7




                                     Video de la etapa

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En Atacama, no importa la época del año que sea, por las noches la temperaturas son bajo cero. Y los amaneceres no son la excepción. Los asientos de las motos estaban escarchados.

Y la visita a los geiseres, para lograr las mejores vistas, debe hacerse bien temprano por la mañana, cuanto mas temprano mejor. Las fumarolas de vapor por el efecto del frio son mas impresionantes. Nosotros salimos a las 8,30 de la mañana y llegamos mas o menos a las 11 hs, y alcanzamos a ver un lindo espectáculo. Pero a las pocas horas prácticamente se redujeron a la mitad la altura de las columnas de vapor.




                                                                                         Los geiseres del Tatio (Tatio es uno de los volcanes activos que alimentan a los geiseres) están a unos 90km al norte de Atacama. Se llega a ellos después de cruzar dos cadenas de serranías y esquivar varias lenguas gigantes de lava centenaria que atemoriza el solo pensar como estaría la zona hace no mucho tiempo atras. Da cierto temor ver a los lados de la ruta volcanes humeantes y muchos conos perfectos producto de afloraciones volcánicas nuevas, que no progresaron y quedaron a poca altura del suelo. Es como ir entre hormigueros de hormigas coloradas, pero con el temor que en cualquier momento vuela todo por los aires.


                      A solo diez quilómetros de salir, el arroyo Guatin corta la ruta con un vado, me detengo para fotografiar a los que venían rezagados. Pasa uno, pasa otro y cuando estoy fotografiando a Silvio, pasa el arroyo y a pocos metros se para la moto. Intenta arrancar y no hay caso.
Revisamos y no se veía nada. Le digo que me espere a ver si divisaba detrás de una trepada al resto del grupo a ver si alguien tenia una soga para remolcarlo. Y después de un kilometro sin rastros volvi y decidimos dejar la moto en una granja a pocos metros de la ruta,  para revisarla a la vuelta de los geiseres. Subio detrás mio como podía, porque yo en el lugar del asiento del acompañante tengo el bidón de combustible. Asi que de esta forma como pudimos seguimos viaje. El camino es bastante agreste, y hay que hacerlo muy tranquilo. Al llegar a un recodo del rio que forma un humedal con una variedad de aves, a las que parte del grupo se detuvo a fotografiar. Alli Silvio paso al Africa de Francis para ir mas comodo, hasta llegar a destino.


 

                  A pocos kilómetros de llegar se ven sobre las paredes de los cerros, en las sombras, pequeñas columnas de vapor, una clara imagen que estamos sobre una bomba de tiempo. En el ingreso al parque, un guardaparques nos cobra algo asi como unos $ 120 para ingresar. El lugar es un valle, una hoya bordeada de volcanes, algunos extintos y otros activos. Se ven fumarolas por todos lados, algunas mas activas que otras, todas con su pequeño cono de sedimentos muy parecido al sarro. Hay unos que parecen cuevas de cangrejos muy pequeñas que cada tanto largan algún chorro de agua o vapor, y otros que son grandes piletones de agua hirviendo, de los cuales emana grandes cantidades de agua y chorros de vapor.



boleteria de los geiseres






A lo lejos se ve una maquina parecida a una locomotora de vapor, toda arrumbada, que se nota que alguien alguna vez quiso aprovechar la fuerza de la naturaleza para generar energía eléctrica, como lo hacen en otras partes del mundo. Pero se ve que la idea no prospero porque estaba toda podrida.

              Al cruzar las fumarolas de vapor se siente un olor a azufre podrido bastante desagradable y la temperatura de este es bastante elevada aun a varios metros de la salida.
              Dendro del parque también hay un gran pileton que se alimenta de varias de estas bocas, con una temperatura bastante agradable, teniendo en cuenta que fuera del agua hacia unos 5 grados. Cuenta con varios vestuarios y un resguardo para los fuertes vientos. Una vez dentro del agua, notamos ciertas partes de la pileta mas calientes que otras, claro, debajo del agua había varios minigeisers que si uno se descuidaba se quemaba el traste.
Mientras estábamos dentro del agua estaba todo bien, el tema fue salir, y tener que, además, compartir los once las únicas dos toallas que habíamos llevado.                                  Casi nos congelamos. Emprendemos el regreso, y antes de salir del parque veo un grupo de llamas a las que me quedo sacándoles fotos.
El resto del grupo siguió de largo porque es ya una costumbre que yo me quede ultimo tomando fotografías. Cuando me quise dar cuenta no había quedado nadie. Como el camino es el único que hay, no me preocupe, y mirando el GPS volvi sobre mis pasos. Pero para mi sorpresa en una parte del camino había una bifurcación que decía por un lado…“ Atacama” y por el otro nada, no había carteles, pero el GPS me decía que por ahí había venido. Aquí la diyuntiva, que camino tomar. 
El señalizado que era al que desembocabas directamente, pero que no era por el que vinimos o por el otro. Decidi tomar por el que habíamos venido, por las dudas. A mitad de camino entre este punto y donde estaba la moto hay unas termas que Fabio quería visitar, pero para entrar y ver si estaba el grupo, había que pagar. Asi que segui camino hasta que llegue a la chacra y no había nadie. Asi que me entro la duda de si el grupo entro a las termas o si tomaron el otro camino, salieran a Atacama por otra ruta. Espere un rato y al no ver a nadie, decidi volver hasta las termas a ver si habían entrado allí, pero ni bien me subi a la moto aparece por un camino detrás de la granja Manuel, quien me confirma que detrás de el venían los demás. Claro,  el camino que tomaron ellos va de una de las márgenes del rio al que acompaña la ruta, y yo fui por el otro margen, pero los dos, por suerte desembocan en el mismo lugar.









         

Al llegar Silvio, le da arranque para probar, antes de desarmar nada y milagrsamente arranca, un poco ahogada pero arranca. Que paso, después nos dimos cuenta, entre la tierra y el agua del vado, se hizo un coctel que ponía en corto el sensor de la pata de la moto, y por eso no arrancaba. Al dejarla al rayo del sol toda la mañana, se evaporo el agua y la moto arranco.
               Asi que seguimos viaje hasta el centro donde fuimos a almorzar para hacer tiempo para estar a las 17hs en el valle de la luna para ver la puesta del sol en un escenario increíble.
               
        

Este lugar se encuentra a solo 10 km de Atacama, allí hay dos recorridos, uno es visitar las cavernas de sal. Es una extraña formación que, por obra del agua, fue desgastando la roca salitrosa, formando una caverna de unos 500mt aproximadamente con unas formas irregulares por donde circula el agua en la época de lluvias. Uno se va adentrando como un espeologo y sale por una boca arriba de la montaña, es una muy linda excursión para realizar.






Y la otra actividad es ver la puesta del sol sobre esos cerros rojos que al darles los últimos rayos de sol con ese tono amarillento fuerte, le da al entorno una coloración que nos transporta a lo que seria la superficie de Marte. Los colores que se forman, las sombras que surgen de esas rocas tan irregulares hacen una experiencia única. Y al ponerse el sol, proyecta sobre el horizonte un abanico naranja que sirven de contraste a los cerros, una delicia para los amantes de la fotografía.




      

 Con la noche ya entrada, regresamos a la ciudad. Esa noche visitamos un curioso restaurante cuyo salón es un gran cuadrado y en el centro, como si fuera un patio, no tiene techo y hay un gran brasero con una gran fogata que además de calefaccionar da una vista muy agradable. Y para los extranjeros es algo muy inusual y curioso. Cada tanto largaba una humareda terrible que nos hacia llorar, pero todos estaban felices porque eso era algo que no se ve en todos lados.



           

Cuando salimos de cenar, aprovechamos a comprar souvenirs. Y en una despensa atendida por peruanos consegui la Inkacola, una gaseosa muy común en Peru, pero que haca años lo la había vuelto a probar. Ademas compre un pack de cervezas para tomar tirado en los sillones del hotel bajo las estrellas, porque esa noche el clima estaba especial, caluroso y las estrellas brillaban con todo su esplendor.
























                                                       


                                          DIA 8







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Sin mucho apuro porque solamente tendríamos unos 100km para recorrer, armamos el equipaje, desayunamos y pusimos proa rumbo a Calama. Atravezamos el cordon montañoso que bordea la ciudad y forma parte también del valle de la luna visitado ayer.





De aquí en mas es una recta interminable de casi 80km que atraviesa un largo desierto. A mitad de camino los que iban delante del grupo, por el intercomunicador avisan que había un motociclista detenido, pero como teníamos que llegar a las 13hs a la mina para la visita guiada, siguieron de largo.

Cuando paso por al lado del motociclista disminuyo la velocidad para detenerme y ya estaba en medio de la ruta agitando los brazos para que pararamos a auxiliarlo, era una joven motociclista viajando en solitario. Cuando digo esto por los intercomunicadores, aun puedo ver en mi mente, a lo lejos, el humo que salía de la frenada que pegaron los dos que pasaron de largo al enterarse que era una chica. Una piba uruguaya de unos 25 años cuyo destino original era ver el Moto GP de termas de Rio Hondo, y luego decidio improvisar otro recorrido mayor. Asi que termino recorriendo, Tucuman, Salta, Jujuy, Atacama y bajar por Chile hsta Viña y cruzar por Uspallata hasta Uruguay.
                Habia pinchado la rueda trasera de su Versys, no tenia con que reparar y no tenia ni idea como se hacia. Asi que con los Safetty de Alberto le puse un tarugo donde estaba el pequeño clavo y fin del problema. Con el compresor empezamos a inflar la rueda, pero la falta de oxigeno por la altura hizo que el tiempo de inflado fuera el doble de lo normal. Como era la primera experiencia en viajes largos, todo el grupo le daba uno y mil consejos de como sortear ciertos contratiempos que alguien con experiencia ya los supero.



                

Nos acompaño hasta Calama, donde aprovecho a darle unas libras mas de presión antes de continuar hacia Antofagasta. La pobre Versys estaba recargada de equipaje, algo típico de las mujeres, que no quieren descuidar su estética, cremas, perfumes, planchita, tacos altos y no se cuantas cosas mas entran en esas cajas de Pandora que son sus bolsos. 
                  Comenzamos a ver en los campos cercanos a la ruta unos bajos pero inmensos techos, al principio pensé en invernáculos. Pero no, eran granjas solares, grandes campos de kilómetros y kilómetros de paneles solares aprovechando lo que mas abunda en ese lugar…el sol. Y mas adelante otro campo igual pero de grandes molinos de viento. Todo es insuficiente para generar la corriente necesaria para procesar el mineral de cobre.


El proceso implica grandes cantidades de energía eléctrica, para llevar a cabo la electrolisis por la cual se libera el cobre de las impurezas.
                 Calama es una gran ciudad, con un importante centro comercial y un moderno shopping. La prioridad era alojarnos para ir en busca de las oficinas de la minera, desde donde salen las excursiones a la mina Chuquicamata. Gracias a una aplicación de internet llamada “ebooking” el dia anterior pudimos localizar alojamiento con capacidad para todo el grupo, los precios y la ubicación. Asi que ni bien entramos a la ciudad dimos con el hotel y en un rato estábamos alojados. Manuel fue a buscar alguna casa de repuesto para tratar de conseguir las pastillas de freno trasero de su GS. Los demás hicimos fiaca hasta que llego la hora de ir a la excursión.



            Como la ciudad vive de la mina, hay oficinas de la empresa minera por todos lados, nos llevo casi media hora y un monton de vueltas, encontrar el punto de salida. Como yo hice las reservas entre y me presente y una señorita me dice…”lamento informarle…” se me cayeron las medias….noooo no puede ser tanto tiempo esperando para visitar la mayor mina a cielo abierto del mundo!!!!
“No….tranquilo…solo quiero decirle que tenemos una hora de demora, pero la excursión se hace”….haaa me volvió el alma al cuerpo. Asi que, junto con unos turistas extranjeros que también estaban citados a la misma hora, fuimos a un bolichin al otro lado de la calurosa calle a almorzar. El lugar era uno de esos pequeños restaurantes de chapa de La Boca con 4 o 5 mesitas y un menú que no tenia mas de tres platos para elegir. Pedimos lo que parecía una porción de carne con papas hervidas, que vimos que comían en la mesa de al lado. Lo que nos hizo reir, fue ver a dos matrimonios alemanes sentados en una mesa contigua, tratando de entenderse con el cocinero/mozo, que había para almorzar. Despues de una larga conversación de locos en la que ninguno se entendia, opto por traer los tres platos que había y que le señalen con el dedo cual de ellos preferia, fue muy gracioso.

                      
A las 15 hs muy puntuales un ingeniero nos dio una charla de seguridad, una vez que ingresemos a las instalaciones de la mina. Nos dieron un casco y chalecos reflectivos a cada uno y una señorita nos dio una charla de la importancia de lo que íbamos a ver, como se extrae, como se procesa y como se purifica el cobre que de allí se obtiene.
                       Nos subimos a un moderno ómnibus y salimos rumbo a la mina distante unos 15 kilometros. En el camino la guía nos explico todo lo referente a la mina, su historia, las distintas empresas que la explotaron hasta su nacionalización. Y lo mas importante…todo lo referido a los inmensos camiones que transportan el mineral.




                   

A medida que nos acercamos a la mina ya se empiezan a ver las inmensas tortas (como llaman a las montañas  de material descartado) que por su tamaño, no parecen hechas por la mano del hombre. A medida que nos adentramos en las instalaciones, los controles aumentan, el chofer en mas de una oportunidad tuvo que bajar con la planilla de pasajeros para que le habiliten el paso hacia el corazón de la mina. De repente nos encontramos en medio de la mina. Todo aca es inmenso, todo es desproporcionado, los únicos diminutos eramos nosotros, me sentía un Liliputense viendo pasar las gigantescas maquinas a nuestro lado. Las ruedas de los inmensos camiones pasaban al lado del ómnibus y solo vehiamos las cubiertas, el camión estaba mucho mas arriba. Por este motivo, ni bien entramos el colectivo coloco en ambos extremos, unos banderines de color que sobresalían mas arriba de este para que desde la altura de los camiones te vean y termines aplastado.


                   

    Llegamos a una especie de escenario al borde del rajo de la mina. No me canso de repetir que todo aca es desproporcionado, ver en ese tremendo cráter los terribles camiones acarrear material como si fueran hormigas en un hormiguero, todo parece transcurrir en cámara lenta. El rajo tiene unos cuatro kilometros y medio de largo por unos tres de ancho. Todo se ve pequeño desde nuestra ubicación. Las excavadoras que tienen como tres pisos de alto se ven como los autitos de hotweels.
        Mas tarde nos llevaron a una parte de la mina que era la primitiva ciudad de Chuquicamata. Mas bien lo que quedaba de ella. A medida que la mina crecia, la ciudad quedaba dentro de la mina, asi que por ese motivo se decidio desocupar la ciudad y trasladar a todos los habitantes a Calama.
       La antigua ciudad quedo desierta. Aun se ve el viejo teatro, la municipalidad, los negocios y hasta la vieja iglesia. Es como si los habitantes hubieran desaparecido. Era muy raro ver todo en pie pero desolado. Parte de la ciudad va quedando bajo los escombros de la mina. Es como si un gran medano avanza y sepulta parte de la historia de la ciudad de a poco.
           Una vez terminada la visita fuimos a recorrer la ciudad. Primero visitamos un par de casas de motos y accesorios. Nos volviamos locos con los precios de las motos. Menos de la mitad de lo que valen en Argentina. Vendiendo en Argentina nuestra moto usada, aca en Chile, comprabamos dos motos iguales pero cero quilometro. Pero no todo era tan barato. Las cubiertas  y cascos, valian lo mismo que en Argentina. 
             Por la noche fuimos a un gran shopping que tenia las principales tiendas chilenas y extranjeras. Aprovechamos a comprar ropa y calzado que estaba muy barato. Todo lo comprabamos a contra reloj, porque a las 20hs cerraban. Pareciamos mujeres con una tarjeta sin limites....llenos de bolsas y cajas. Francis aprovecho y compro ropa para sus hijos como para cuando tengan 20 años, parecia un equeco lleno de bolsas.

 
Mas tarde sin emboltorios, completo una gran bolsa de consorcio con todo lo que compro. La moto me hacia acordar a los viejos carros de los canasteros que recorrian los barrios.


























                                       Dia 9















La siguiente etapa en un principio estaba planificada hacerla en dos etapas. Desde Calama hasta la ciudad fronteriza con Bolivia llamada Ollague. Y al día siguiente desde esa ciudad atravesar el salar hasta Uyuni. Porque por experiencia, los pasos fronterizos son complicados, esos trámites que realmente son sencillos, los funcionarios de migraciones y aduana, no sé si por despecho de estar alejados del mundo, para controlar a personas como nosotros, personas que viajan, que disfrutan, se encargan de complicarte la vida, dificultarte el hecho de poner un maldito sello que te permita continuar el viaje. Es como que disfrutan demorarte, es como una venganza de no poder salir de ese cuartucho perdido en medio de la nada y lejos de todo. Y uno es la forma de canalizar toda esa ira, de esos malditos funcionarios.





Así que la noche anterior, la aplicación que nos solucionaba el problema de alojamiento, e-booking, nos decía que en Ollague no había hoteles. Así que íbamos a hacer el tramo en un solo día, eran solo 500 kilómetros, pero de desierto y sal.

Así que después de desayunar, al cargar los bártulos en las motos ya dejamos a mano los bidones auxiliares para completarlos, porque íbamos a nesecitar cada gota de combustible que pudiésemos cargar. No hay ni una estación en esos 500 kilómetros.
Comenzamos a alejarnos de Calama bordeando las tortas de la mina. Siempre bordeando las vías del viejo ferrocarril que transporta el mineral sacado de las entrañas de la tierra. Llegamos hasta la ciudad de Conchi, última ciudad con asfalto, aquí pensábamos completar los tanques a pesar de haber hecho pocos quilómetros. No había estaciones de combustible, así que enfilamos hacia el desierto. La ruta era de ripio, acá llamado vichufita, y está en excelente estado, mejor que muchas de las rutas Argentinas, como ejemplo decir que los camiones que la transitan iban a no menos de 100 k/h, y la textura es idéntica a la del asfalto.



A unos 60 km llegamos a la ciudad de Ascotan, más bien lo que queda de esa ciudad. Un caserío alrededor de la vieja pero activa estación de tren. Allí un control policial nos controló toda la documentación y sirvió para reagruparnos. A solo un par de kilómetros nos topamos con un gran salar llamado con el mismo nombre de la ciudad, Ascotan. La ruta bordea todo el salar y es de un color blanco perfecto, que encandilaba al verlo. Aún quedaban en pie los restos derrumbados de antiguas construcciones de adobe de los caseríos de las viejas explotaciones salitreras.









Dejamos atrás al salar y hasta llegar a Ollague nuestro entretenimiento fue ver las columnas de humo que arrojaba el cercano volcán Ollague. Un humo amarillo que salía a un lado de la cima, mostrando la presencia de azufre.
En medio del desierto, con un calor sofocante y una claridad enceguecedora propia del medio día, se encuentra Ollague. Un pequeño pueblo de pocas casas, con una extraña estructura de chapa que sobresale de los bajos techos. Es el techo del centro cívico, terminal y hospital municipal. La forma curiosa es una mezcla de caparazón de peludo con el techo del teatro de Sídney. El caserío esta agrupado alrededor de la vieja estación ferroviaria y su gran playa de maniobras.











Mientras esperábamos la llegada del resto del grupo más rezagado, tomamos por asalto el único almacencito del pueblo en busca de algo fresco y cualquier cosa que calme el hambre que teníamos.
Me toco ser uno de los primeros en llegar al puesto fronterizo chileno, unos tres tinglados, distantes unos 50mt uno del otro. Ahora me van a entender porque digo que el personal de estas oficinas, si te quieren complicar el día, te lo complican.
Al pasar frente del primer galpón un cartel decía, cerrado. En el segundo veo a un uniformado barriendo y el galpón abierto. Estaciono, me saco la campera, casco y me dirijo hacia el interior. Después de varios minutos de no ser atendido por alguien salgo y me dirijo al uniformado. Me dice…” tiene que ir al primer galpón, este es el de control vehicular”. Pero está cerrado, le digo. 
No, no,  me responde y me señala hacia el galpón. Cuando volteo veo otro uniformado parado al lado de la puerta que hacia instantes decía, cerrado, ajustándose el cinturón, demás está decir que cuarto venia.  Voy caminando con toda la documentación y al llegar me dice….tiene que traer el vehículo….perooo…si el control vehicular es allá, le reprocho. No importa debe traer el vehículo acá. Volví a buscar la moto, la estacione donde dijo y adivinen que! Ni salió a mirarla, solo quería molestarnos, el fulano era feliz haciéndonos perder tiempo y morirnos de calor, total él estaba dentro con aire acondicionado.





Hago el primer trámite allí. Paso al segundo galpón, por otro sello más y en el último me hacen la venia para que continúe. Mientras me acomodaba la ropa Fabio me comenta que un turista ingles que recién había pasado a mi lado en bicicleta, en el pueblo les había pedido de mala forma y prepotente, en un rebuscado inglés, si no le daban combustible. Lamentablemente hacia minutos lo habíamos trasvasado a los tanques, él lo quería para un mini calentador a querosene. Pero les pedía fuel, y el no entendía que ya estaba dentro de los tanques, que no se podía extraer. Y comenzó a insultarlos y a escupir el piso, repitiendo fuckigs Argentines y otros insultos que no lograron descifrar. Haaa nooo, le digo a Silvio, yo a este lo curo, y agarre un puñado de piedras y las puse en mi bolsillo. Cuando lo alcance, unos kilómetros más adelante, el fulano iba pedaleando exigido por la pendiente. Cuando lo tuve a tiro le revolee  el manojo de piedras, pegándole a él y a la bicicleta. Misión cumplida, la próxima vez va a pedir de buena manera lo que necesite. Con Silvio que me seguía a la par para no llenarse de polvo no dábamos más de las carcajadas. Cuando llegamos al puesto fronterizo boliviano llegan los que venían más atrás. Y nos contaban que había pasado con el loco de la bicicleta. Después de la apedreada, y pensando que cada uno que venía atrás le iba a hacer lo mismo, se había parapetado detrás de una roca, con piedras en las manos amenazando a los que estaban por pasar.  Fabio y Manuel pararon a ver que hacia el tipo, para no recibir un cascotazo al pasar cerca de él. Ignorando lo ocurrido, y en su mundo, venia José con el cruise control de su KLR activado, paso raudamente por junto al ciclista sin ser atacados, así que los demás lo siguieron. Alberto, al pasar cerca, bajo la pata del caballete y levanto una pedrada que también lo impactó al desagradecido.






Entrar a Bolivia es salir de un mundo y entrar a otro. De la pulcritud chilena pasamos a la mugre boliviana.  En la primera oficina nos dicen que estaban en el almuerzo. No fue difícil darnos cuenta porque lo estaban haciendo afuera a un lado de la construcción, bajo la sombra  de cuatro chapas.








Habiendo finalizado el almuerzo, entraron y nos hicieron pasar de a uno y nos sellaron un papel previo pago de un…..digamos derecho de ingreso a Bolivia. Pero faltaba hacer un segundo papel en otra oficina al otro lado del playón de maniobras del ferrocarril, pero oooh casualidad, también estaba cerrada. La hora de la siesta en estos parajes es sagrada.








Dentro de las oficinas, contrariamente a las chilenas, la falta de aire acondicionado hacia que en el aire se respirara, vamos a llamarlo de una manera sutil, testosterona.....por no decir olor a bolas. El tremendo calor, mas la falta de ventilacion, hacian de ese ambiente un lugar muy especial, dificil de olvidar. Otra cosa que me llamo la atencion, eran una especie de ruleros que colgaban del techo repleto de moscas pegadas. Era asqueroso ver en todos los ambientes, colgando del techo esos rulos de papel pegajoso exponiendo los cadaveres de moscas que hacia meses que estaban alli atrapadas, muy desagradable. 
Más de media hora después pudimos completar el tramiterio y continuar viaje. Pero como no sabíamos el estado del salar, por temor a que este inundado, decidimos tomar la ruta que lo bordea en lugar de cortarlo. Así que por una ruta bastante deteriorada, con mucho talco, que ocultaba grandes pozos debajo de este, comenzamos a bordear el inmenso salar.




A pesar de lo árido del terreno era muy común ver pequeñas plantaciones de Quinua a la vera del camino,  eran familias trabajándola tierra, cuidando esos pequeños arbustos de color rojizo.
A mitad de camino a Uyuni el camino va por un valle cubierto por grandes rocas, que no se sabe cómo llegaron hasta allí, parecen provenientes de alguna explosión volcánica lejana.
Casi sin darnos cuenta, cerca de las 17hs llegamos a Uyuni. 



el pobre bidon que tanto me ayudo...aqui lo despedi...





Nos dirigimos al centro, frente a la estación del tren. Y lo que notamos respecto de la vez pasada hace cuatro años atrás, es que el paso del Dakar por aquí, hizo que la ciudad cambiara notoriamente. Lo que más llamaba la atención era la cantidad de locales de gastronomía y suvenires. Otra cosa importante, el cambio cultural, los habitantes estaban más solidarios con los extranjeros, justo lo opuesto al viaje anterior. Otro hecho fue la apertura de dos nuevas estaciones de servicio, se terminó el monopolio del combustible. Pero lo principal fue la amplia oferta hotelera que había ahora, impresionante.
Cambiamos algunos chilenos que nos quedaban por bolivianos y nos pusimos a buscar hotel. A solo dos cuadras del centro, un cómodo hotel de estilo español por u$s 30 por persona nos daba habitaciones dobles con una cama matrimonial para cada uno, parecíamos reyes. Y más, comparadas con el viaje anterior cuya habitación ni siquiera tenía terminado los pisos.






Una buena ducha y a recorrer las calles de Uyuni. Los puestos de comida callejeros ambulantes, manteros que ofrecían desde teléfonos hasta hierbas para la cura del cáncer. La oferta gastronómica cuatro años y un par de Dakar después era muy distinta. Lejos de esos pollos fritos como único menú, ahora era muy variada, desde pizzerías, hasta las infaltables parrillas callejeras, donde algunos pedazos de carne pasan días recalentándose y adobándose con toda la tierra y hollín que vuela al circular los coches.


















Es hermoso ese espectáculo, es como retroceder 100 años en el tiempo . Todo está congelado en el pasado. Cenamos pizza y unas cervezas para brindar por una etapa más cumplida. Y a descansar para al otro día ir al salar.





                                  Dia 10










Video Salar Uyuni


Video en salar de Keaton Henson

Video de Naughty Boy



Visita al Salar de Uyuni y cementerio de trenes










  Cuando el sol asomo por la ventana, fue el momento de mirar el reloj para darnos cuenta que era el momento de bajar a desayunar para ir a visitar el salar. Un turista español que viajaba en solitario con su bicicleta y un mini tráiler detrás, nos comentó que el salar estaba transitable, que solo había agua en la orilla del mismo. El acababa de recorrerlo el día anterior. Un loco suelto. Venia recorriendo desde Lima con destino a Santiago para volver de allí a España.
               La mañana estaba bien fresca. Y el hotel no era la excepción. Desayunamos calefaccionados por una curiosa lámpara con forma de hongo gigante que funcionaba a gas de garrafa. Fue uno de los desayunos más completos, hasta fiambre para hacer unos huevos revueltos.

 De a poco fueron bajando para iniciar la aventura hacia el salar. Las motos estaban estacionadas a la vuelta del hotel, en un patio lleno de escombros y materiales de construcción. Entre todas las porquerías vi una canilla con manguera. La iba a necesitar a la vuelta para lavar la moto y sacar la sal que tanto mal le hace a las partes metálicas cuando se seca. En el viaje anterior, al poco tiempo debí cambiar todos los tornillos de los discos de freno, por unos de acero inoxidable.
       Apenas unos 20 km nos separan del pequeño caserío llamado Cholcane, que es la puerta de entrada al inmenso salar. La ruta que hace 4 años atrás era de un serrucho intransitable, por obra del paso del Dakar por este lugar, ahora era un asfalto impecable muy prolijo. Es increíble como el paso de esta competencia internacional cambia la infraestructura de cada ciudad que toca. Fue muy grande el cambio desde la última vez que estuvimos. La gente está mucho más amable con el turista, más predispuestos. La oferta hotelera era mucho más variada y de mayor categoría. De tener solo dos gasolineras, ahora había cuatro y otra a la salida del salar.  Bienvenido el progreso.
               Al llegar al borde del salar ahora había varios hoteles construidos íntegramente de sal, desde las paredes hasta sus muebles, ahora reciben gran cantidad de turismo extranjero.
Comenzamos a ingresar al salar esquivando charcos de agua, hasta que a unos 500 metros ya el piso se transformó en una perfecta superficie blanca parecida a una pista de patinaje sobre hielo, una inmensa pista de sal. Con una superficie de unos 230 por 180 kilómetros, solo interrumpida por un par de islas que afloran sobre la superficie, se extiende esta perfecta y lisa superficie. Las islas más conocidas son,  las del Incahuasi y la del pescado. Todo es tan blanco y extenso que por ejemplo, la isla desde la orilla del salar  no se ve, recién a unos 20 km se la comienza a divisar por sobre la superficie, y eso que su altura es de unos 200 mt aprox sobre la superficie del salar.


               A unos 15 kilómetros de transitar sobre la sal,  llegamos a un parador en medio de la nada. Es un hotel de sal y venta de suvenires. Junto a este hay  un montículo con las banderas de varios países del mundo, una parada obligada para fotografiarse junto al icono de Uyuni. Y más allá,  una inmensa  escultura  del rally Dakar hecho con bloques de sal, y  marca el punto donde culmina la etapa de esta competencia.







            


La sensación que produce circular sin tener límites es muy curiosa. Uno está acostumbrado a circular con los límites que te impone, por ejemplo, la banquina, el cordón de la calle, una cornisa, la orilla de un rio, pero que pasa cuando ese límite  no existe. Podes manejar kilómetros para un lado, para el otro y nada te detiene. Es más, podes andar kilómetros con los ojos cerrados que nada hay delante tuyo  que te haga abrirlos, es una sensación indescriptible, única, loca.



            



A casi 80 kilómetros de andar a ciegas sin ver hacia dónde íbamos, solo guiados por el GPS. No hay referencias como para apuntar y llegar. Y es un mito que acá los GPS no funcionan, andan perfectamente, gracias a ellos pudimos encontrar la isla Incahuasi.



       Como un oasis, se encuentra en medio del salar este afloramiento rocoso de unos 200 mt sobre la superficie del salar. Las rocas son muy curiosas, están cubiertas por restos fósiles de corales. Hay rocas partidas en las cuales se aprecian esta extraña formación, es como un bon-o-bon gigante, cuyo centro es la roca y rodeándola están estos corales  fosilizados.

En la parte oeste de la isla  se encuentra una oficina de informes y un pequeño almacén que nos sirvió para almorzar. Escalamos la isla hasta la cima, siguiendo un sendero  y desde allí se puede apreciar la inmensidad del salar. Se distinguen a lo lejos varios conos volcánicos que bordean el salar. Muchos de ellos activos. Es imprescindible el uso de anteojos y protector solar, pues aquí todo es blanco, y el cielo es tan azul puro y tan despejado, que el sol al final del día, si no tomas precauciones, te pasa factura.


Todo el lugar es extraño,  se puede apreciar como que la isla fue una a floración volcánica que elevo a la superficie, las rocas de lo que antiguamente seria el fondo marino, mezclándola con la lava, dando lugar a la formación de numerosas cavernas, a través de las cuales pasa el sendero.
La única vegetación son los inmensos cactus que se apropiaron de la isla. Y sirven como material de construcción de las pocas construcciones que hay sobre la isla.
















El almuerzo fue algún que otro paquete de galletitas que tenían en el pequeño kiosco. Las bebidas fueron gaseosas refrigeradas por la sombra, no hay energía eléctrica, solo un pequeño generador, que se enciende pocas horas en el día.


















Dejamos ese lugar y bordeamos la isla hacia el este. Nos detuvimos a hacer una sesión fotográfica, aprovechando el reflejo que genera el salar. Fue muy divertido jugar con los efectos de perspectiva, se generan fotos muy originales y divertidas.






















Tomamos rumbo hacia el lejano horizonte para volver por sobre nuestros pasos hacia Uyuni nuevamente. Saliendo del salar, nos llamó la atención, un puesto de suvenires, con sus mantas multicolores típicas del altiplano y pueblos originarios. Aprovechamos los buenos precios para hacernos de unos muy bonitos recuerdos.

















Una vez en Uyuni, fuimos a visitar el cementerio de trenes. Un curioso lugar que está a solo 2 kilómetros del centro del pueblo. Es una antigua playa de maniobras ferroviaria, ahora en desuso, al costado de la activa vía que comunica con chile, más precisamente con el pueblo de Oyague.

En este lugar, se encuentran decenas de locomotoras y distintos vagones abandonados. La gran mayoría son viejas locomotoras a vapor. Uno puede subirse e imaginar ser el conductor de una poderosa y primitiva maquinaria. Es una lástima que no se acondiciona el lugar, que de a poco va sufriendo el desguace por parte de anónimos que roban sus partes






























Es un bonito lugar para quienes gustan de la fotografía. Es más, en ese mismo lugar se filmó el video clip  LA-LA-LA del conocido cantante inglés Naughty Boy











Ya entrada la tarde, regresamos al hotel por una refrescante ducha. Previo a esto y aprovechando la distracción de la gente del hotel, aproveche a lavar la moto para quitar la tan dañina sal. El agua en estas latitudes es un bien muy preciado y son reacios a desperdiciarla lavando vehículos.
Todos los jueves las calles céntricas se transforman en una gran feria. En cuestión de horas, de la nada surgen los más variados escaparates para vender los más extraños artículos. Pociones que prometen la cura de las más variadas enfermedades, distintos platos originales, todo cocinado en medio del paso de la gente, ropa, calzado, herramientas, todo lo que se quieran imaginar.





























Algo que nos causó impresión era lo que vendía un vendedor ambulante como un ungüento para dolores reumáticos. Era una sartén repleta de grasa como la usada para cocinar empanadas, de la que asomaba la cabeza y el cuerpo de una víbora cocinada, era repugnante. Sin embargo, había incautos que la compraban. 



Pasamos un buen rato recorriendo esa curiosa feria, y después a cenar. Había también que ordenar el equipaje, así al otro día no tener que madrugar para hacerlo. Desarmar el tender con la ropa ya sequita…














                                       DIA 11





   

  Uyuni a La Quiaca....



                         Video de la etapa.....Uyuni hasta la Quiaca






Ya sabíamos desde un principio que eran solo 350 km.....200 de ripio y 150 de asfalto..... Pero, por una laaaaaarga experiencia en este tipo de viajes, teníamos en cuenta que, transitar sobre ripio,

nunca es lo mismo que sobre asfalto. Los tiempos siempre hay que duplicarlos como para hacer una estimación de la hora de llegada. Pero, era una ruta que ya la habíamos recorrido unos años atrás. Sin embargo, a poco de comenzar a transitarla, los paisajes no nos eran familiares. Eran mucho más agrestes.










Bolivia nos despidió por la puerta grande. El peor ripio de todo el viaje. Como ejemplo les cuento que para hacer esos 200 km de ripio, tardamos 7 hs!!!!!!
La traza original está cortada por desvíos, fuera de la traza original, porque la van a asfaltar. Nos hacían transitar por el lecho de ríos, por campos de talco imposibles de transitar. Verdaderos colchones de polvo muy volátil que oculta debajo de él, peligros como pueden ser grandes piedras que al pisarlas te giran la rueda delantera hacia cualquier lado. Además agreguemos a todo esto, el serrucho, el más grande y afloja tuercas que conocí jamás....



Ya las rutas bolivianas, y en particular esta, nunca estuvo en buen estado, si a esto le sumamos los cortes y desvíos provocados por la empresa constructora, hacían que recorrerla fuera agotador. A nuestro lado veíamos algunos tramos de la nueva ruta, aun sin inaugurar, que nos llamaba a estrenarla para esquivar el terregal, pero la falta de los puentes, era un riesgo que no queríamos correr.
A mitad de camino, en un vado paramos a hidratarnos y cuando llega Silvio, notamos que salía líquido refrigerante del radiador, naaa….es agua que quedo en el protector del motor, dice, sin darse cuenta que llevábamos casi 100 kilómetros de puro talco, que el ultimo charco lo cruzamos el día anterior. Una piedra se lo pincho, así que  a arremangarnos y empezar a desarmar las cachas para llegar al radiador, el mismo que el año pasado también sufrió un pinchazo. Con ayuda de poxilina lo emparchamos, probamos y seguía perdiendo, tres veces rellenamos de poxilina el radiador, hasta que con semejante bodoque dejo de perder. Al radiador lo terminamos llenando con lo último que nos quedaba de agua mineral, pero no fue suficiente, así que tuvimos que completar con lo que encontramos en el vado seco del rio, una mezcla de agua podrida llena de larvas de mosquitos y orina de los guanacos que allí retozaban. No sé si sería lo ideal, pero le permitió seguir hasta la próxima parada.

















Al llegar al rio Blanca, el camino  lo desviaron por el lecho del mismo rio, y así lo seguimos por casi 10 km. A poco de llegar a Atocha, siempre zigzagueando por el pequeño cauce del rio, el agua despedía olor a cloaca. Todas las cloacas y la basura del pueblo van a parar al rio, el mismo que los provee de agua para beber.


Es vergonzoso, como no cuidan algo tan vital como lo es el único rio que tienen. Lo mismo pasa con todas las ciudades de Bolivia, toda la basura la desparraman a la vera de los caminos. En Chile pasa lo mismo, viven de espaldas al mar, es muy común ver grandes fábricas a orillas del mar arrojando sus desperdicios a las aguas donde otras personas pescan. Un ejemplo similar lo tenemos en nuestro país, en la ciudad de Mar del Plata, donde las cloacas sin tratar, de toda esa gente, va a parar al mar, a solo unos pocos kilómetros de las  playas donde se baña tanta gente. Así miles de ejemplos, como el rio cuarto en la ciudad del mismo nombre, o el rio reconquista en el gran buenos aires. Nos rasgamos las vestiduras por un derrame de una minera y no controlamos lo que pasa a nuestro alrededor.







Ya era pasada la hora del medio día, nos adentramos en el pueblo buscando algo comestible, lo único digerible y rápido fue una lata de atún con galletitas y una gaseosa para continuar viaje y no perder tiempo.










El camino, de acá en adelante, recorre lugares increíbles,  pero esquivando maquinaria vial por todos lados. La nueva traza por lo que veíamos, va a tener un recorrido espectacular, pero sin lo divertido del viejo camino.  Faltando casi 50 km de terminar con el ripio ya circulábamos por la nueva traza aun sin asfaltar, por lo que pudimos apurar un poco la marcha.











A pesar del buen estado del camino en esta parte, no quito que tanto, Francisco con su recargada Reina Africana y Edgardo con la GS1200 mordieran el polvo, acostando ambas maquinas sobre el polvoriento y flojo suelo. A casi paso de hombre el piso flojo les jugo una mala pasada y se tumbaron hacia el piso, ambos sin consecuencia.
Lo más gracioso de este tramo fue,  que al finalizar este terrible camino, nos encontramos con una improvisada barrera, hecha con cámaras de coches trenzada y una improvisada cabina/rancho de peaje que me quería cobrar por haber recorrido eso que ellos llamaban ruta......al entrar a esa tapera, era el comedor de una casa que oficiaba de cabina de peaje. Sobre la mesa donde comían, tenían unos talonarios, como los números que te dan en una ferretería para ser atendido, que de acuerdo al destino era el color.






A un costado de la mesa había una cuna con un bebe durmiendo y la mujer que cobraba o pretendía cobrar, estaba vestida con la típica ropa multicolor indígena.  Algunos de mis compañeros ya habían pagado, pero como me pareció una vergüenza que cobraran por un camino destruido me enoje y me negué a pagar, y además, le dije que ellos me debían dar plata por haber pasado por esos guadales...
Esquive la barrera y seguí viaje. Pero después de algunos kilómetros recordé que esos ticket que te dan tienen el nombre de la ciudad donde está la próxima casilla de peaje y allí debes presentarlo. Que le iba a presentar? No importa, tenía unos kilómetros para inventar una excusa.










Al llegar a Tupiza aun nos quedaban unos 150 km de asfalto hasta la frontera, Recargamos  combustible, eran las 17,15hs y el playero nos dice que la frontera cerraba a las 19. Salimos a fondo!!
Por suerte este tramo es asfaltado y en buen estado con un recorrido agradable para acelerar y llegar a horario.
A solo 10 km de Tupiza, después de una curva,  la ruta pasa por un estrecho túnel cavado en la pared de la montaña que se encuentra cortada por el rio y al otro lado del rio, sobre la otra pared esta cavado el túnel del ferrocarril.







Al llegar a Villazon, nos dicen que estaban hasta las 23 hs. Ambas migraciones y aduanas están en dos  edificios  del lado Argentino  a ambos lados de la ruta luego de cruzar el puente que oficia de frontera.
Es muy notorio el contraste entre un país y otro. La mugre que se ve tanto en las afueras como en las calles céntricas de Villazon, no lo ves en La Quiaca.
Delante nuestro un grupo de cuatro motociclistas brasileros, trataban en vano que los gendarmes entendieran su cerrado portugués. Nos hicieron perder casi una hora hasta que nos llegó el turno.





Migraciones bolivianas a un lado del camino, un sello. Aduanas 
bolivianas, al otro lado del camino, otro sello, con ambos sellos, ir al otro lado del camino para verificar. Lo mismo unos metros más adelante para los trámites argentinos. Un ping pong de trámites que se podían hacer en una misma oficina, pero que se le va a hacer, los muchachos de la frontera así se entretienen.
Después llegó el momento del control de equipaje, desatar toooooodos los bolsos tan prolijamente ordenados, para solo manosearlos y decirnos que sigamos. El único que no estaba muy tranquilo era Francisco, con su moto que parecía el personaje de la
proveeduría deportiva.  Recargada de ropa para sus chicos, distrajo al personal mostrando el valijón donde solo tenía herramientas y tratando de tapar con la campera la gran bolsa de consorcio con el contrabando. Para colmo fue el último, y no llegaba más, pensábamos que se quedaba a vivir en la aduana, pero zafo, después de transpirar un poco llego hasta donde estábamos.

Fuimos hasta el centro de La Quiaca, y en la vereda de la plaza estacionamos y fuimos en busca de unas cervezas para festejar el arribo, sanos. Hacía mucho calor, la cerveza nunca fue tan deseada.
El hecho de estar en suelo Argentino ya nos daba una tranquilidad que no la tenes del otro lado de la frontera. Es extraña la sensación de volver a la patria, creo que no hay palabras para describirlo.
Encontramos un hotel céntrico muy cómodo, de no sé qué sindicato, llamado hotel Andino de Turismo, extraño nombre para estas latitudes, es un nombre más de Bariloche.  De todos los hoteles, pocilgas y cuevas en las que dormimos, este fue el único que no tenía wi-fi, y además, acá,  Movistar solo tiene un muy congestionado, G....está muy lejos del 3G ....y a una eternidad del 4G.







La cena fue en un bolichon llamado "la coyita", con sus paredes descascaradas por la humedad y el techo hecho con placas de hardboard, la misma madera de los viejos cajones de banana, que por la acción de las goteras, habían tomado una forma panceada que daba miedo estar debajo de ellas. La decoración la completaba, esos viejos cuadros hechos con imágenes de Molina Campos  y

otros con las imágenes de muestra que traen los marcos cuando los compramos.
Volvimos al hotel caminando unas pocas y solitarias calles. El silencio era absoluto, ni los perros ladraban. Ideal para descansar después del terrible día.





                           DIA 12








Desde La Quiaca hasta Termas de Reyes, Jujuy
Video de la etapa Jujuy


















             
Después de pasar nuestra primera noche en suelo argentino,  ya más tranquilos, en el desayuno planificamos, que sería de nuestro incierto día 12. Parte del grupo,  que no conocía Iruya, quería desviarse de la ruta y visitar ese hermoso pueblo perdido en medio de las montañas.  El resto continuaríamos hasta Tilcara, en busca de algún hotel con pileta para relajar nuestros cansados cuerpos..
El día estaba en inmejorables condiciones, un sol radiante y sin viento, pronosticaba una hermosa jornada.





Empezamos a acomodar los abultados equipajes sobre nuestras mugrientas motos. Cuando ya estábamos comenzando a salir, Manuel se da cuenta que su cubierta trasera estaba en llanta. De a poco empezamos a  quitarnos los cascos y las camperas porque esto iba para largo.
Mientras desarmaban la rueda, salí a buscar una gomería donde reparar la pinchadura. A unas diez cuadras encontré  una pequeña, que digo pequeña, era  una mini gomería instalada en el pasillo que conduce a una casa. Un pasillo de unos noventa centímetros de ancho, con plantas que colgaban del techo y hacían de cortina, era una mezcla de baticueva con taller de los Corne. Les aviso de la ubicación de la gomería.







Cuando llegaron, el vago con unas palancas de 1 mt de largo le daba sin compasión a la llanta, mientras Manuel me pedía un trapo para que no se las marcara el bruto gomero.  Mientras  seguían con el tramite  me fui a recorrer el pueblo.





Si mal no recuerdo, era domingo, porque en la plaza principal y lo que quedaba de la vieja estación de trenes, habían armado una gran feria al aire libre al mejor estilo boliviano, donde se ofrecían los más variados productos. Desde ropa usada, a frutas, verduras y semillas, zapatos, hasta lo más curioso, repuestos usados de vehículos. La recorrí integra, porque me causo mucha curiosidad ver lo que vendían. Y mientras caminaba, notaba como las miradas me seguían, claro no todos los días alguien recorre esa  feria disfrazado con la indumentaria de moto, sucia, llena de tierra y bichos, con botas, y además con una temperatura de más de 30 grados. No pasaba desapercibido, fue muy cómico.
De allí a solo un par de cuadras  se encuentra la frontera con Bolivia, así que me fui a ver cómo era esa frontera. Conocer, què nos separaba de Bolivia, pues el día anterior era de noche cuando cruzamos. Quería conocer la calle más al norte de Argentina. Gran sorpresa fuè la que me llevè.  La frontera no era más que un pobre hilo de agua con no más de medio metro de ancho.





Yo me imaginaba esa calle rodeada de una alambrada con alambres de púas o algo parecido, pero no. Deje la moto en la calle y baje hasta el rio y abriendo las piernas, con un pie estaba en Bolivia y con el otro en Argentina. Es más, el patio de una escuela boliviana, daba al rio que hacía de frontera, y cuando en los recreos,  la pelota volaba por los aires, los chicos cruzaban a Argentina a buscarla, era muy loco.  Es una frontera ridícula, la gente cruza a hacer las compras tanto de un lado como del otro. 





Es muy cómico ver los caminitos que deja la gente que cruza,  (como los de hormigas), por detrás del puesto aduanero, mientras a nosotros nos revisaban el equipaje como a narcos, por detrás de la oficina de gendarmería pasaban los LCD como si fueran paquetes de fideo. O sea que, el que pasa por el puente es porque no quiere bajar hasta el rio. En ese momento se me paso por la cabeza, la cantidad de gente que se tiene causas con la justicia, no se escapa del país, porque no quieren, no hay controles. Vos podes venir con contrabando, lo dejas  de un lado, cruzas el vehículo  sin nada y después caminando cruzas el contrabando  saltando el riacho.




El contraste entre ambos países es muy notorio, del lado boliviano tanto en los alrededores como en las calles céntricas, la mugre esta por todos lados, papeles volando por todos lados, bolsas de residuos rotas y toda la porquería desparramada por las calles, todo


desprolijo, en cambio del lado argentino está mucho más prolijo, no es la pulcritud en su máxima expresión, pero dista mucho de lo que se ve al otro lado del rio.
Vuelvo a la gomería,  después de sacar varias fotografías, y me encuentro a Manuel y Raúl esperando  que terminen de talonar la rueda. Y en la vereda también espera a que le emparchen la rueda,  un carro cargado de bananas que aún no llego a la feria, tirado por dos señoras con los atuendos típicos del altiplano de colores estridentes.
Con la moto ya armada, de a poco comenzamos a alejarnos del pozo donde se encuentra La Quiaca, ganando altura con rumbo sur, por la ruta 9. Esta ruta acompaña la traza del antiguo tren que comunicaba con Bolivia.




Uno se llena de congoja, ver como ese hermoso recorrido que hacia la vía férrea, con curvas interminables y túneles que atraviesan la montaña, todo para mantener el nivel, ha caído en el abandono, y de a poco se fue desmoronando. La mayoría de los majestuosos puentes están como gigantes, caídos de lado,  a la orilla de los ríos que antes sorteaban. Uno imagina la vista que deberían tener los pasajeros cuando el tren funcionaba, los lugares por donde pasa el tren son increíbles. Que lastima que forme parte del pasado y no se lo reflote, con lo económico que resulta respecto de los camiones  que además rompen todas las rutas con sus pesadas cargas.




Con nostalgia vemos pasar, lo que aún queda en pie de las viejas estaciones que dieron origen a los pueblos que a su alrededor se formaron. Pumahuasi, La Intermedia, Puesto del Márquez, aun se resisten a sucumbir, algunas fueron usurpadas, otras convertidas en museos. Al llegar a Abra Pampa, nos detenemos a reagruparnos, y vemos que en la estación hay una gran feria como la de La Quiaca.




A muy pocos kilómetros  comenzamos a ver una formación rocosa  de una altura importante, en cuya pared se encuentra al resguardo de los vientos un inmenso médano blanco que casi llega a la cima. Los lugareños lo utilizan para deslizarse con tablas de sandboard y la llaman huancar. A los pies de este gran médano hay una laguna natural.





La ruta sigue con un recorrido por demás asombroso, acompañando el rio….y sin perder de vista las vías del tren que cada tanto se divisan. Al llegar a Tres Cruces, el panorama es de un colorido pocas veces visto. Unos cerros en forma de lomadas, cortados y pulidos por acción del viento, hicieron aflorar las distintas capas geológicas como si de las vetas de un tronco se tratara. Los rojos, los ocres y los verdes forman un arcoíris de tierra multicolor. Es  digno de visitar.

Casi sin darnos cuenta, en una de las curvas nos encontramos con el letrero que señala el desvío a Iruya.





De la ruta a solo uno o dos kilómetros se encuentra la bonita estación de Iturbe, a orillas del rio Grande, el cual hay que cruzar por su lecho para tomar la ruta a Iruya. Manuel, Alberto, Fabio y Raúl tomaron el desvío, los demás continuamos hasta Tilcara, no sin antes detenernos en el monolito que señala el paso de la línea imaginaria del Trópico de Capricornio. Y de paso visitar los puestos de suvenires que allí hay.

Al llegar a Tilcara, mientras recargamos combustible Silvio advierte que la moto perdió líquido refrigerante y le levanto temperatura. Así que acto seguido nos instalamos a la sombra de la arboleda que bordea la plaza principal, como para que una vez enfriada proceder a ubicar la perdida.

Aprovechamos a almorzar en un restaurant típico de esta villa.
Mientras Silvio reparaba el radiador fuimos en busca de alojamiento con pileta para hacer noche allí, pero fue en vano.









Yo pienso que fue nuestro aspecto lo que no nos permitió encontrar quien nos alojara. Los hoteles con pileta, justamente son los que más estrellas tienen y nosotros, con ya doce días sobre la moto, con la ropa  impregnada de todo lo que se nos cruzó en el camino, no estábamos a la altura de semejante target. Rebotamos en cada hotel que nos presentamos. Así que solucionado el problema de Silvio decidimos continuar hasta las termas de Reyes en Jujuy, en un hospedaje que ya conocíamos.




No es de lo más top que se puedan imaginar, pero siempre estamos solos y disponemos de las instalaciones como si fuera nuestra casa, pileta quincho, hasta la vieja pérgola bajo la cual improvisamos un taller de campaña.





Faltando pocos kilómetros de llegar a Termas de Reyes, a la altura del desvío hacia Purmamarca la ruta inicia un vertiginoso descenso, que va desde los 2500mt hasta los 900 en que se encuentra la ciudad de Jujuy. Conforme bajábamos, a temperatura también lo hacía, y nos fuimos sumergiendo en una espesa nube fría. Pero esto no fue un obstáculo para que pasáramos lo que quedaba de la tarde dentro de la pileta del hotel, que aún conservaba la temperatura de la hermosa tarde previa a nuestra llegada.




Antes que se fuera la claridad del día, muchos aprovechamos a revisar, lubricar y acomodar las motos, después de semejante paliza que les habíamos dado. Yo limpie el filtro de aire, el de Edgardo también, que no estaban tan mal como suponía. Las que si estaban complicadas fueron las KLR. Los filtros de gomaespuma impregnados en aceite eran un mazacote de barro, producto de la mezcla de aceite y talco. Un poco de nafta y estaban como nuevos.
Hicieron las compras para a la noche recibir al grupo que fue a Iruya con un riquísimo asado, cocinado por el experto, Alejandro, preparado en el amplio quincho de allí teníamos.
Por fin también volvíamos  a disfrutar del placer de usar el bidet, los chilenos y bolivianos culosucios no lo tienen, siguiendo la mala  tradición anglosajona. Tenes que adecuar tu organismo al horario de la ducha, para hacer un dos en uno.
El vino fue un buen compañero de relatos e historias de viajes  que surgían unas tras otras alrededor del fuego hasta altas horas, en una linda pero fresca noche. Esa noche no  hubo café, en la zona no hay nada abierto en esta época del año, ese lugar es más como un retiro espiritual.

























































                            Día 13


Desde Termas de Reyes hasta Rafaela...



Bien temprano ya teníamos todo listo. La etapa era bastante larga, debíamos llegar a Rafaela, en la provincia de Santa Fe.

Fuimos a desayunar y el fulano que preparaba todo aún no había llegado, se le complico con la panadería, yo creo que más precisamente con la panadera. Nos retrasó la partida, obviamente no nos íbamos a ir sin desayunar, a ver si sufríamos una desnutrición en el camino.

Bordeamos la ciudad de Jujuy por la prolija autopista, hasta llegar a la ya conocida ruta 34. Al llegar a la ciudad de Güemes, los que íbamos más adelantados, paramos a recargar combustible y de paso esperar a los que venían más atrasados. Después de una espera prudencial, decidimos llamar a ver que sucedía. El motivo del retraso era una pinchadura, esta vez en la moto de Silvio.






La rueda delantera en forma abrupta se le desinflo y le provoco que se le desestabilice, que se cruce de carril y casi le provoque la caída. Como no había gomerías cerca, desarmaron y cambiaron la cámara. La culpable fue una espina de algarrobo, que después costo sacarla de la cubierta. Por suerte fue un susto sin consecuencia.
Desde un principio, por lo que decía el pronóstico para ese día, Salí con el traje de lluvia puesto. Alguien una vez me dijo que para cortar la lluvia había que clavar un cuchillo en la tierra y hacer un círculo de sal, mi método es mucho más sencillo, me pongo la ropa de lluvia antes que llueva y no falla, está garantizado.





En Santiago de la Frontera me lo saque porque me estaba derritiendo. En La Banda, a solo 200 km empezó a lloviznar, así que oooootra vez a disfrazarnos.
En Ceres, ya entrado el atardecer, comenzó a llover, oscuridad y lluvia, un feo coctel....




A un  suicida,  terrible hijo de su madre, se le descompuso el camión, y por no bajar a la banquina por el barro, paró el camión en medio de la ruta y levanto el capot, tratando de arreglar el desperfecto, olvídate que haya puesto alguna baliza o cualquier cosa que anticipara lo que había por delante. Y después nos preguntamos, porque pasan los accidentes? por un terrible inconsciente irresponsable, por no llamarlo de otra forma!!!!!  Fue horrible verlo así de golpe en medio de la oscuridad y lloviendo, fui disminuyendo la velocidad y rogando que los que vinieran atrás lo pudieran ver como yo. Una vez que todos mis compañeros me habían pasado seguí tranquilo.










En Santiago del Estero conseguí copiloto!!!! A la vera de la ruta 34 es común ver cada 500 mt ranchitos que ofrecen hortalizas, embutidos y tortugas, siempre quise paras a comprar una pero por allí pasababamos en sentido inverso y era imposible pasear una tortuga 10 o 12 días. Así que luego de unos minutos de ofertas y contraofertas ya tenía compañero, ahora somos dos sobre la moto, en el hotel se comportó como un señorito, Hugo...el tortugo!!! Sobre todo el equipaje, en una caja venía muy tranquilo. En el hotel, cuando fuimos a cenar quedo solo en la habitación, tenía miedo que entrara alguna mucama y al verlo nos sacaran a la calle con tortuga y todo.
El hotel, muy bonito, creo que fue el de más estrellas en todo el viaje. Ahí tiramos la chancleta, y la cena fue en un bonito restaurante cercano.
Yo creo que apoyamos la cabeza en la almohada y hasta el día siguiente no nos despertamos.












                                  Día 14





Desde Rafaela a La costa




 El desayuno fue de reyes, de todo había para servirse, José armo su clásico YENGA de tostadas, Fabio su desayuno americano con huevos revueltos y tocino.






Salimos de Rafaela con fuertes vientos y una lluvia inminente. Las banquinas estaban todas inundadas por las  lluvias del día anterior.
El último tramo de la ruta 34 se hizo interminable, camiones a mansalva.
La ruta 9 nos recibió con lluvia que duro solo 20 minutos y un tráfico intenso de vehículos que iban muy muy rápido. Por lo general es más común que las motos pasen a los autos y no al revés, por lo que te sorprenden cuando te soplan al pasar.
La ruta 41 en sus primeros km es un verdadero peligro, pozos de 1 mt de diámetro por 30cm de profundidad, pueden hacerte clavar de cabeza una moto o arrancar el tren delantero de un auto. Algunos los señalaban con ramas o cubiertas, pero si tienes otro vehículo de frente a veces es imposible esquivarlos.
Almuerzo en san Andrés de giles, donde nos despedimos de Francis, de José y de Silvio.
Acompañados de lloviznas aisladas a lo largo del camino y viento, mucho viento, llegamos a las 20 hs a las toninas. Una vez más tomamos una foto grupal señalando la llegada sanos y salvos.
La verdad fue un viaje que, salió como fue planificado, y lo que se improvisó, resulto mucho mejor. Los lugares, unas maravillas.  










A limpiar la mugre para el proximo viaje.....


























En breve....continuara..... Mision Brasil...